miércoles, 15 de mayo de 2013

Vivir Inexistencias

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El canto de los pájaros 
                  va haciéndose real.
Que amantes hemos sido

                               moribundear...               salir 
                            
                         desde aquí,                (hasta /hacia) allá...

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En temerosa devoción
desde la miseria humana,
abrazarnos infinítamente a la marea
y en el misterio de su agua melodiosa
unirnos al fin en la vida toda:
                                atentos,
arraigados en la pureza inexorable
                                de nuestro ser denudo,
velarlo a costa de consumirnos
presenciar la vida eternamente viva
                    y en si misma su propio germen;
manantial de vigorosa fuerza
                                     fluidez incandescente:


amor

y este
traducido en lenguaje
                     ¿no es la afirmación
                               de la alegría humana?




Damia Checa.



Ésta poesía no es pública, así que la versión es de memoria y sin nada que decir antes.

"El error parece ser siempre el mismo, nos enamoramos de alguien,  por quien es y de como es, e intentamos poseerlo, transformarlo, buscamos que sea quien sabemos que no es, hasta despreciarlo; y cuando vemos el daño es tarde incluso para huir o correr."

Miedo y devoción como principio, desde lo que somos para «abrazarnos a...». El lenguaje aquí expresa música, sentimiento, imagen, honestidad. Cada palabra sigue a la otra como una procesión, hacen equipo; juegan, nos juegan de la piel al pensamiento, de la carne al corazón, del calor a las ideas. En un canto al vida, la muerte está presente, como un fantasma que acecha y no se menciona por innecesario. 
Las variables son muchas y cada minuto se transforman, se invalidan por otra, nos acoplamos a la realidad, pero el conjunto en lo teórico, la llave que abre el infinito de la posibilidad es la palabra amor; ése motor inmóvil que mueve al otro; abierto como la vida, la esperanza posee muchos terrenos baldíos; pero éste territorio, no tiene lugar sobre el suelo, un poema cuyo domicilio, sólo puede estar en lo profundo; que inunda hasta el lado oscuro del corazón.














(Insisto en que ser pareja es ver en cada acto, propio, dónde corresponde la dignidad del otro y, hacer pareja, es algo más que la dignidad, es solidarisarse, desde el entendimiento con el ser del otro, en su conjunto, pero poniendo(se) en esa solidaridad, es decir, suprimir todo egoísmo y Ser al mismo tiempo; lo de amar y querer es otra cosa, más sencilla, quizá por ello intensa).






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