viernes, 5 de julio de 2013

El Perezoso …(Estas miserias humanas)

 "I would prefer not to" (preferiría no hacerlo).
H. Melville

"Then I cursed the elements with the curse of tumult; 
and a frightful tempest gathered in the heaven where, before, 
there had been no wind. 
And the heaven became livid with the violence of the tempest
E. A. Poe

¿Se puede estar así, sólo en la no espera, sin más, sin seguir, correr o siquiera moverse? Ésto que somos, lo somos de una u otra forma, ante la geografía y sus detalles, las circunstancias, latitudes, distancias, facilidades o dificultades; cuánta es el agua y cómo es la tierra. La cultura nace de la espera que implican los tiempos entre las siembras y las cosechas; pero antes de la agricultura: el clima, en el invierno de los cazadores; la distancia, en la ruta de los nómadas, obligó una espera. Un día sigue al otro y aunque parece el mismo siempre es distinto. La conciencia del tiempo, es su uso; como también la idea de su administración, aprovechamiento, maldición, valor, precio, aprecio, desprecio o desperdicio. Lo humano, está inmerso en ese Carpe Diem, que se confunde con la trampa, en la impecable lógica del destino no imaginado sino impuesto o, heredado como propio e inevitable. Destino que es la vergüenza que tanto tortura: ¿«en verdad hay que… hacer, conseguir, producir, acumular, pecar, seguir, buscar, llegar»? Después de sobrevivir, es inconmensurable la pasión con la que el hombre ejerce la Pereza. La Pereza no es el uso o la perdida del tiempo en la nada, es una actitud ante la vida en ese uso es, por así decirlo, la materia de la nada. ¿Qué hace una carta sin remitente, cuando no encuentra su lugar de destino? ¿Cómo es que se claudica de la voluntad? Los sentidos transmiten percepciones al cerebro, se convierten en experiencias, la suma de estas va conformando lo que es real, cada novedad sorprende. El Silencio es silencio, existe, no sólo como la ausencia de sonido, la palabra llega del latín: Taceo y Sileo (Hacer silencio, callarse o callar), luego Silentium «más arriba» en referencia a lo divino, lo que provoca el (Sileo) o silencio poético de lo inanimado: el mar, la noche, el bosque… el concepto remite a lo divino, pero también a lo que no está en presente, ni en pasado, ni en futuro; pero estuvo y es o está ausente. Ante todas las miserias humanas, la Pereza, denunciada por siglos como la madre de todos los vicios, ésta materia de la nada, ausencia de voluntad, es quizá silencio del ser…


 El Perezoso.

Continuarán viajando cosas
de metal contra las estrellas,
subirán hombres extenuados,
violentarán la suave luna
y allí fundarán sus farmacias.

En este tiempo de uva llena
el vino comienza su vida
entre el mar y las cordilleras.

En Chile bailan las cerezas
cantan las muchachas oscuras
y en las guitarras brilla el agua.

El sol toca todas las puertas
y hace milagros con el trigo.

El primer vino es rosado,
es dulce como un niño tierno,
el segundo vino es robusto
como la voz de un marinero
y el tercer vino es un topacio,
una amapola y un incendio.

Mi casa tiene mar y tierra,
mi mujer tiene grandes ojos
color de avellana silvestre,
cuando viene la noche el mar
se viste de blanco y de verde
y luego la luna en la espuma
sueña como novia marina.

No quiero cambiar de planeta.
Pablo Neruda

«Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.»
J. Sabina
 
Ese silencio que es una reticencia o denuncia del Ser ante lo que le es circunstancia de vida convencido de lo inevitable o ineludible de está. Así es como define el poeta su pereza: «yo no quiero cambiar de planeta». ¡Que pequeñas son las cosas nos conforman y nos satisfacen, que sencilla es la vida si lo pensamos tantito y en ella nos estamos! Cada decisión que nos aparta de la sencillez del propio ser, es un ladrillo en la pared pero ¿lo que se construye, es acaso una morada o una prisión? ¿cuántas capas de estuco se requieren para tapar o «embellecer» las piedras? El universo de las matemáticas es todo lo pensable, pero la física es más y al mismo tiempo menos: sólo lo posible… La trampa que se roba la voluntad, se repite generación tras generación como el destierro del falso paraíso y cada quien, como puede, quiere escapar a ese destino de lo que se espera de sí, pero lo que nos enseñan a esperar de nosotros mismos, se replica una y otra vez, hasta que nada ni nadie es suficiente, todo es poco y todo es nada; así la voluntad pierde sentido, la promesa de la novedad permanente y divertida, se apodera del tiempo de vida, lo apropia hasta el absurdo de «ser la ocupación», sin poder separar a la persona del personaje. La perversidad es «se tu mismo, pero si lo consigues, nadie te lo va a perdonar». Dice la canción que no hay salvación, si no es con todos ¿será?. Por definición perezoso es aquel que no hace su parte para con la comunidad, yo sólo entiendo como comunidad a todo aquel que pertenece al grupo que piensa que no puede ser feliz, si los demás no lo son. La ética no está tan de moda como los tacones y las traiciones sociales. Por pereza se cancela el pensar y nos lleva a sólo citar a eruditos, genios, famosos o estudiosos y disidentes; legándoles nuestra facultad de pensar. La pereza por convivir nos lleva a trabajar sin parar y con el único sentido de acumular, con la complicidad de la ética promovida por las sectas protestantes y secundada por la doble moral del Opus Dei. La Pereza se manifiesta silenciosa, cuando estamos en este estado de comodidad y placer donde no creamos, no hacemos cosas, no reflexionamos; otros lo hacen por nosotros. Aquel que a probado el fruto de la curiosidad del saber, no tiene forma ni derecho a la Pereza. ¿Cuántas trampas hay en el pantano? La compasión humana (1), esa mezcla de empatía con intuición, lo que nos hace reconocer al otro y decir «ésto no, ésto No». Si me permito algo, lo permito a todos. El incontenible culto al ego que impide verse a sí mismo en el otro, ver al otro como a uno mismo, en uno mismo, con los ojos bien abiertos a su dolor, dejando de lado el candor de la promesa de una falsa libertad que denosta y menosprecia lo común y lo cotidiano, calificando cualquier compromiso como moralista pero cuanta falta hace una moral civil e incluyente «Acqua alle funi», sin las radículas cursilerías de las bondades y las maldades que victimizan al individuo, una valentía que comprometa a todos en consciencia, con un acuerdo tan solido como flexible, que también dignifique a todos y su libertad. ¿Que balanza tan oxidada y sucia pesa lo miserable de la miseria? Está totalmente perdida la capacidad de asombro, la capacidad de creer en el otro, nos queda sólo una empatía: la del respeto. La mayor pereza nace de una especie de miedo al compromiso, con uno, con el tiempo y con todos, con la consciencia y con el sentimiento de vulnerabilidad e impotencia ante la desgracia y un poder que de ella emana ¿Cómo podemos masticar un bocado con la noticia en primera plana de el abuso sexual sobre niñas menores de seis meses? Es mas fácil cambiar, retirase y claudicar, alimentados por la idea de estabilidad, posición o clase, con la fuerza del Orgullo y la Ira; que seguir y por consecuencia pelear. La rebeldía de vivir es muy simple y es lo que se forja en la voluntad, es también la aceptación de la debilidad propia, lo friable de la condición humana en su impotencia ante la lógica del miedo. Para no vivir, no comprometer(se), siempre hay grandes excusas: lo fácil y la rastrera senda de la pereza por existir, son las coordenadas que rigen la ecuación de la diligencia con la que apasionadamente destruimos el planeta y a sus habitantes.
RP



(1) Según las culturas del oriente, la compasión más que la razón, es la condición de humanidad.

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