martes, 28 de mayo de 2013

The Star,


Un "Twinkle, twinkle, little bat" es con lo que "The Hatter" (el Sombrerero) canta en el concierto ofrecido para "the Queen of Hearts" (la reina de Corazones), el británico Charles Lutwidge Dodgson bajo el pseudónimo, Lewis Carroll, en "Alice in Wonderland", hace una parodia de "the Star" y ésta es quizá la más cercana de las canciones universales que dentro del corazón de un niño; ...porovocan o descongelan, las nostalgias.
The Bat.
Twinkle, twinkle, little bat
How I wonder what you’re at!
Up above the world you fly
Like a tea-tray in the sky
Twinkle, twinkle, little bat!
How I wonder what you're at!
Lewis Carroll.

Traducción. (quizá la más popular)
Brilla, luce, ratita alada,
¿en qué estarás tan atareada?
Por encima del Universo vuelas
como una bandeja de teteras.
Brilla, luce...
Un murcielago paso 
no se donde se escondio.
Jane y Ann Taylor eran dos hermanas inglesas que escribían juntas y, publicaron sus poemas bajo títulos como: "Original Poems for Infant Minds" e "Hymns for Infant Mind" (Poemas e himnos originales para mentes infantiles). Suponemos que Jane ha escrito la mayor parte de ellos, éste lleva su firma:
The Star.
Twinkle, twinkle, little star,
How I wonder what you are!
Up above the world so high,
Like a diamond in the sky.
When the blazing sun is gone,
When he nothing shines upon,
Then you show your little light,
Twinkle, twinkle, all the night.
Then the traveller in the dark,
Thanks you for your tiny spark:
He could not see which way to go,
If you did not twinkle so.
In the dark blue sky you keep,
And often through my curtains peep,
For you never shut your eye
Till the sun is in the sky.
As your bright and tiny spark
Lights the traveller in the dark,
Though I know not what you are,
Twinkle, twinkle, little star.
Jane Taylor.

De esto están hechas las nostalgias, las asociaciones de cariño por la repetición; ¿cuantas veces antes de hablar siquiera, en el llanto de la cuna, cantamos o escuchamos ésta canción, repetida al infinito (n!); siendo en brazos, amamantando, paseando rumbo al camino de los sueños; Ella sembró una textura que junto a la voz que resolvió las emociones, se instaló en lo profundo de la piel, ahí donde nacen las nostalgias y se engendran los apegos. Los psicólogos contemporáneos calculan que la relación de respuesta es cinco a uno, entre interacciones positivas y negativas en función de la respuesta, a lo que llamamos cariño (o afectos reconocidos), aquello que nos recuerda que somos comunidad y no soledad que vaga por la nada; inmersos bajo la cúpula de lo que es nuestra cultura, el poder de la canción, es reconocido por todos los humanos incluso antes de desglosar de lo real, la existencia del tiempo. El culto a la canción aún hoy, en la frivolidad instaurada por el imperio cultural reinante, donde por ejemplo incluso hasta los orientales que niegan su cultura a ultranza en pos de la prosperidad que promete el sistema, desbordan una lágrima llena de angustias y nostalgias al escuchar las canciones infantiles tradicionales que nos recuerdan que estamos hechos de eso, de pasiones que restauran la voluntad o que como en el caso de la paradoja de Alice, nos sumergen el "rabit-hole" (la oscuridad); donde cincuenta años después ante un universo imaginario o posible, la voz de la madre aún con silogismos absurdos, sólo por su tono, pone en duda la realidad, con el peso de los afectos. El reconocimiento de ésta paradoja, nuestra relación con la música y, específicamente con la canción, es una de las barreras más sólidas que parece encontrar lo humano, en el camino de la construcción del ser, pero, y ahí es donde reside la paradoja, es también el mayor aliado de la voluntad para seguir el viaje hacia lo posible y, hacia lo que convierte "el imposible" en adverbio de tiempo.
R. P.



Canción infantil:

En Español:
Estrellita, ¿dónde estás?
Me pregunto qué serás.
En el cielo y en el mar,
Un diamante de verdad.
Estrellita, ¿dónde estás?
Me pregunto qué serás.

En Francés:
Scintille, scintille, petite étoile
Je me demande bien ce que tu es!
Si haut, au-dessus de la terre,
Comme un diamant dans le ciel.
Scintille, scintille, petite étoile
Je me demande bien ce que tu es!


Traducción literal:
Titila, titila estrellita
Me pregunto qué serás!
Tan arriba de la tierra,
Como un diamante en el cielo.

Titila, titila estrellita
Me pregunto qué serás!

sábado, 25 de mayo de 2013

Reinado




La esperanza de todo aquel que cría a otro, es que sea el amor el primero en romper al niño; para que se quede en el paladar, adherido por siempre. Crecen y antes de hablar, de saberse en sí, de pensar por sí, nos sienten, saben en su piel lo que sentimos ante la vida y las cosas; los acontecimientos cotidianos estructuran la existencia de sus emociones; se desarrollan viviendo las nuestras como suyas, hasta que se rompen por el hecho de reconocer las propias.

Reinado

A lo largo de quince años

ocupé el cargo de niño y fui expulsado
de ese reino.

La tierra se mantuvo incólume,
los árboles resplandecían bajo la lluvia.

Ahora se ha secado el almendral
y el pez de pan ennegreció.
Se ha derrumbado el cobertizo de los cielos
sobre el monte leviatán

y el amor, alojado en la punta de mi lengua,
se adhirió a mi paladar (*).


Israel Bar Kochav

Traducción: Gerardo Lewin

Reconocer el amor es llenarnos de nosotros mismos, es enfrentarse a ese vacío, que como el espacio virtual de una vagina está para ser llenado. Vacío para esperar lo que la vida trae, lo que en ella encontramos desde esas emociones adheridas al paladar; más a la piel, que al inconsciente que describió el doctor Freud; reconocer lo que persiste y lo que cambia al rededor y amar desde ahí, desde la paradoja de lo inmutable y lo que fluye es la libertad del desterrado de un reino pueril, cuando el juego es serio y es propio. Habitar la poesía es conservar de ese reino la alegría, la capacidad de recuperar inocencia, pero lo mas importante, saberse en las emociones y reconocerlas es el poder de compartir ese vacío con uno mismo, acompañarse de sí, aún cuando la piel este ligada a un cuerpo sin alma; reconocerse es ser en cuerpo o alma.



miércoles, 15 de mayo de 2013

Vivir Inexistencias

. 




El canto de los pájaros 
                  va haciéndose real.
Que amantes hemos sido

                               moribundear...               salir 
                            
                         desde aquí,                (hasta /hacia) allá...

_______________________________
En temerosa devoción
desde la miseria humana,
abrazarnos infinítamente a la marea
y en el misterio de su agua melodiosa
unirnos al fin en la vida toda:
                                atentos,
arraigados en la pureza inexorable
                                de nuestro ser denudo,
velarlo a costa de consumirnos
presenciar la vida eternamente viva
                    y en si misma su propio germen;
manantial de vigorosa fuerza
                                     fluidez incandescente:


amor

y este
traducido en lenguaje
                     ¿no es la afirmación
                               de la alegría humana?




Damia Checa.



Ésta poesía no es pública, así que la versión es de memoria y sin nada que decir antes.

"El error parece ser siempre el mismo, nos enamoramos de alguien,  por quien es y de como es, e intentamos poseerlo, transformarlo, buscamos que sea quien sabemos que no es, hasta despreciarlo; y cuando vemos el daño es tarde incluso para huir o correr."

Miedo y devoción como principio, desde lo que somos para «abrazarnos a...». El lenguaje aquí expresa música, sentimiento, imagen, honestidad. Cada palabra sigue a la otra como una procesión, hacen equipo; juegan, nos juegan de la piel al pensamiento, de la carne al corazón, del calor a las ideas. En un canto al vida, la muerte está presente, como un fantasma que acecha y no se menciona por innecesario. 
Las variables son muchas y cada minuto se transforman, se invalidan por otra, nos acoplamos a la realidad, pero el conjunto en lo teórico, la llave que abre el infinito de la posibilidad es la palabra amor; ése motor inmóvil que mueve al otro; abierto como la vida, la esperanza posee muchos terrenos baldíos; pero éste territorio, no tiene lugar sobre el suelo, un poema cuyo domicilio, sólo puede estar en lo profundo; que inunda hasta el lado oscuro del corazón.














(Insisto en que ser pareja es ver en cada acto, propio, dónde corresponde la dignidad del otro y, hacer pareja, es algo más que la dignidad, es solidarisarse, desde el entendimiento con el ser del otro, en su conjunto, pero poniendo(se) en esa solidaridad, es decir, suprimir todo egoísmo y Ser al mismo tiempo; lo de amar y querer es otra cosa, más sencilla, quizá por ello intensa).






sábado, 11 de mayo de 2013

Llorar a lágrima viva...

Si parece que el amor iba a triunfar, llega la desgracia. Cuando las lágrimas brotan, llega un anuncio tranquilizador.

Para los antiguos griegos, las secreciones tenían un sentido de "katarsis" separación o descarga, "limpieza de impurezas". Contienen fluido lagrimal que está compuesto de agua, mucina, lípidos, lisozima, lactoferrina, lipocalina, lacritina, inmunoglobulinas, glucosa, urea, sodio y potasio. En los ojos sanos de los mamíferos la cornea está continuamente, mantiene húmeda y se alimenta de lágrimas basales las cuales, lubrican el ojo y ayudan a mantenerlo libre de polvo. Las lágrimas reflejas intentan lavar los irritantes que puedan haber estado en contacto con el ojo; cebollas, vapor, calor, luz intensa o, por vomito y bostezo; Hay otras lágrimas cuya textura es el sollozo; Aristóteles dentro de su definición tragedia dice: "Las lágrimas son la purificación de las pasiones aparejada con el reconocimiento de la compasión y el temor". Nacen del estrés emocional por el luto el dolor o el enojo, las lágrimas de Elizabeth Bishop son "resultado del desborde de las emociones". ¿Alguien puede olvidar la imagen de Alice, flotando dentro de una botella, en el mar de lágrimas? Pienso que contener las lágrimas, ya sea por orgullo, vergüenza o vanidad, es sin duda la puerta para el lado oscuro del corazón, donde se engendra la violencia, "...del miedo al odio, del odio al dolor, del dolor a la ira, de la ira a la violencia, ese es el camino al lado oscuro del corazón." Siempre hay que vivir el dolor y llorarlo, esa catarsis de purificación del alma, recupera hasta cierta inocencia, para creernos(la)...  


Llorar a lágrima viva.

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!


Oliverio Girondo.

Llorar, es soltar la vergüenza de ser simple y sencillamente humanos, es demostrar que cuando algo se rompe reconocemos su valor, es la limpieza de la propia casa, quitarse la basura en el lugar donde habitamos aquello que es el Ser, es indispensable para hallar la paz, es un acto solidario con lo propio, detener el tiempo en un momento y sentirnos en el llanto y, es también, para mí, la puerta de la redención, en el camino al valle de las nostalgias.

jueves, 9 de mayo de 2013

Ajedrez.

"El humano encuetra la madurez emocional,
cuando hace las cosas con la misma actitud con la que juegan los niños."
Friedrich Nietzsche.

Jugar, decimos que es lo que hacen los niños, jugando aprhendenen en la propia piel como es que se está vivo, a relacionarse entre ellos y co las cosas, no son ajenos a sus emociones, buscan reconocer sus sentimientos; como reacciona su cuerpo al ser, lo que duele, lo que se disfruta. Mientras los adultos , su guía, compiten, se engañan, se lastiman y con desdeño les enseñan cómo raazonar sin emociones, defenderse de lo real, de eso se trata, no importan las emociones, menos las del otro.


Ajedrez.

Porque éramos amigos
y a ratos, nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre,
al otro.

R. Castellanos

El juego de los tiempos verbales es magistral, la exigencia de Rosario Castellanos al lector es tal como la definicion de madurez emocional de Nietzsche, juega con nosotros, como lo hacen los niños, el juego entre éramos, pusimos, henos y el gerundio meditando pone en jaque sus propias palabras y, revela ante un tiempo imposible, "hace un siglo", lmposibilidad del afecto cuando se cae en el juego de la inteligencia, el corazón no se pervierte, quizá es por eso que la razón lo acorrala, hasta negarlo, pero a decir de la poeta, esto sólo aniquila de modo inapelable al otro, aquel con el que "éramos". Jugar como lo hacen los niños es acercarse al otro, por condicion de compartir, curiosear, ser y convivir. Los juegos de la inteligencia no juegan en donde reina el corazón, o dicho de otro modo, cuando reina la inteligencia, aniquilamos el amor.

domingo, 5 de mayo de 2013

The Waste Land; La poesía y su reconocimiento

Si sentido es la palabra; no se si fue el horror inevitable de la guerra reportada a finales del siglo XIX, el terrible espejo de lo que somos siendo, que se volvió la diversión cotidiana de las nuevas y pudientes clases burguesas, carentes de honor, confundido en orgullo; o la inercia casi inevitable de la revolución industrial, la idea de imparable del progreso que puso precio a la consciencia, o la suma de todo: lo insostenible de la aristocracia, la vulgarización de la ciencia, la produccion para la envidia y la vanidad, las ideas elevadas para las bajas consciencias, el poder ejercido en absoluta tiranía y conveniencia, la negación de la ética; todo y nada. La guerra y el hambre dejaron de acompañar a la historia, para ser la historia. ¿Cuáles son las raices que se aferran? El poema de Eliot es magistral más no profético;  sin poder hablar  (me fallaban los ojos, no estaba ni vivo ni muerto, ni sabía nada, mirando en el corazón de la luz, el silencio) el tiempo de la vida como la conocieron y vieron transformarse todos aquellos que vivieron antes de 47' se convirtió para muy pocos en el paraíso del vacío, y para los demás en la supervivencia. Ya sin dioses, la masa tomo el lugar de las moscas a merced de jovenes traviesos que juegan y nos matan por diversión. Sí, la masa tomo consciencia de sí misma, pero poder sobre su libertad, esa que conlleva el futuro: El pensamiento después de la guerra, su pausa o admisticio y conclusión; después de Guernica, de Dublin, de la creación de estados artificiales sobre territorios dudosos, del engaño de la tiranía partidista con intereses subyugados a voluntades ambisiosas de ejercer poder sólo por hacerlo; de Hiroshima. Nadie podrá pensar igual. La miseria emocinal y animica que implica una jornada laboral que poco a poco convirtió a los ciudadanos en consumidores de la basura que ellos mismos producían, como esclavos asalariados. Las negociaciones hasta entonces inpensables entre empresas con naciones, peor aún con las ambiciones de los políticos que las gobiernan y gobernaron (estamos en el callejón de las ratas donde los muertos perdieron sus huesos.) Una tierra baldía, tomo sentido, sentido que nos trajo vertiginosamente maravillas y atrocidades, diferencias y libertades que aún hoy no entendemos, ni sabemos que hacer con ellas, en relación a nuestra humanidad que pide y exige subsistir entre la absoluta individualidad y, el profundo y cotidiano sentido de comunidad que implica su existencia. Quien entiende con la lucidez de la Sibila de Petronio, esta realidad tal como es y como la hemos construido sin caer en la conclusión de querer estar muerto (con estos fragmentos he apuntalado mis ruinas), estará habitando desde la poesia, su vida, reconociendo sus propios vacios y escuchando la música oculta del universo que falta por descubrir. 


The Waste Land.

Nam Sibyllam quidem Cumis ego ipse oculis meis 
vidi in ampulla pendere, et cum illi pueri dicerent
Σίβυλλα τί θέλεις; respondebat illa: ἀποθανεῖν θέλω

I. THE BURIAL OF THE DEAD
APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
Winter kept us warm, covering 5
Earth in forgetful snow, feeding
A little life with dried tubers.
Summer surprised us, coming over the Starnbergersee
With a shower of rain; we stopped in the colonnade,
And went on in sunlight, into the Hofgarten, 10
And drank coffee, and talked for an hour.
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch.
And when we were children, staying at the archduke’s,
My cousin’s, he took me out on a sled,
And I was frightened. He said, Marie, 15
Marie, hold on tight. And down we went.
In the mountains, there you feel free.
I read, much of the night, and go south in the winter.

What are the roots that clutch, what branches grow
Out of this stony rubbish? Son of man, 20
You cannot say, or guess, for you know only
A heap of broken images, where the sun beats,
And the dead tree gives no shelter, the cricket no relief,
And the dry stone no sound of water. Only
There is shadow under this red rock, 25
(Come in under the shadow of this red rock),
And I will show you something different from either
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust. 30
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu,
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du?
“You gave me hyacinths first a year ago; 35
They called me the hyacinth girl.”
—Yet when we came back, late, from the Hyacinth garden,
Your arms full, and your hair wet, I could not
Speak, and my eyes failed, I was neither
Living nor dead, and I knew nothing, 40
Looking into the heart of light, the silence.
Öd’ und leer das Meer.

Madame Sosostris, famous clairvoyante,
Had a bad cold, nevertheless
Is known to be the wisest woman in Europe, 45
With a wicked pack of cards. Here, said she,
Is your card, the drowned Phoenician Sailor,
(Those are pearls that were his eyes. Look!)
Here is Belladonna, the Lady of the Rocks,
The lady of situations. 50
Here is the man with three staves, and here the Wheel,
And here is the one-eyed merchant, and this card,
Which is blank, is something he carries on his back,
Which I am forbidden to see. I do not find
The Hanged Man. Fear death by water. 55
I see crowds of people, walking round in a ring.
Thank you. If you see dear Mrs. Equitone,
Tell her I bring the horoscope myself:
One must be so careful these days.

Unreal City, 60
Under the brown fog of a winter dawn,
A crowd flowed over London Bridge, so many,
I had not thought death had undone so many.
Sighs, short and infrequent, were exhaled,
And each man fixed his eyes before his feet. 65
Flowed up the hill and down King William Street,
To where Saint Mary Woolnoth kept the hours
With a dead sound on the final stroke of nine.
There I saw one I knew, and stopped him, crying “Stetson!
You who were with me in the ships at Mylae! 70
That corpse you planted last year in your garden,
Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
Or has the sudden frost disturbed its bed?
Oh keep the Dog far hence, that’s friend to men,
Or with his nails he’ll dig it up again! 75
You! hypocrite lecteur!—mon semblable,—mon frère!”


II. A GAME OF CHESS
The Chair she sat in, like a burnished throne,
Glowed on the marble, where the glass
Held up by standards wrought with fruited vines
From which a golden Cupidon peeped out 80
(Another hid his eyes behind his wing)
Doubled the flames of sevenbranched candelabra
Reflecting light upon the table as
The glitter of her jewels rose to meet it,
From satin cases poured in rich profusion; 85
In vials of ivory and coloured glass
Unstoppered, lurked her strange synthetic perfumes,
Unguent, powdered, or liquid—troubled, confused
And drowned the sense in odours; stirred by the air
That freshened from the window, these ascended 90
In fattening the prolonged candle-flames,
Flung their smoke into the laquearia,
Stirring the pattern on the coffered ceiling.
Huge sea-wood fed with copper
Burned green and orange, framed by the coloured stone, 95
In which sad light a carvèd dolphin swam.
Above the antique mantel was displayed
As though a window gave upon the sylvan scene
The change of Philomel, by the barbarous king
So rudely forced; yet there the nightingale 100
Filled all the desert with inviolable voice
And still she cried, and still the world pursues,
“Jug Jug” to dirty ears.
And other withered stumps of time
Were told upon the walls; staring forms 105
Leaned out, leaning, hushing the room enclosed.
Footsteps shuffled on the stair,
Under the firelight, under the brush, her hair
Spread out in fiery points
Glowed into words, then would be savagely still. 110

“My nerves are bad to-night. Yes, bad. Stay with me.
Speak to me. Why do you never speak? Speak.
What are you thinking of? What thinking? What?
I never know what you are thinking. Think.”

I think we are in rats’ alley 115
Where the dead men lost their bones.

“What is that noise?”
The wind under the door.
“What is that noise now? What is the wind doing?”
Nothing again nothing. 120
“Do
You know nothing? Do you see nothing? Do you remember
Nothing?”
I remember
Those are pearls that were his eyes. 125
“Are you alive, or not? Is there nothing in your head?”
But
O O O O that Shakespeherian Rag—
It’s so elegant
So intelligent 130

“What shall I do now? What shall I do?
I shall rush out as I am, and walk the street
With my hair down, so. What shall we do to-morrow?
What shall we ever do?”
The hot water at ten. 135
And if it rains, a closed car at four.
And we shall play a game of chess,
Pressing lidless eyes and waiting for a knock upon the door.

When Lil’s husband got demobbed, I said,
I didn’t mince my words, I said to her myself, 140
HURRY UP PLEASE ITS TIME
Now Albert’s coming back, make yourself a bit smart.
He’ll want to know what you done with that money he gave you
To get yourself some teeth. He did, I was there.
You have them all out, Lil, and get a nice set, 145
He said, I swear, I can’t bear to look at you.
And no more can’t I, I said, and think of poor Albert,
He’s been in the army four years, he wants a good time,
And if you don’t give it him, there’s others will, I said.
Oh is there, she said. Something o’ that, I said. 150
Then I’ll know who to thank, she said, and give me a straight look.
HURRY UP PLEASE ITS TIME
If you don’t like it you can get on with it, I said,
Others can pick and choose if you can’t.
But if Albert makes off, it won’t be for lack of telling. 155
You ought to be ashamed, I said, to look so antique.
(And her only thirty-one.)
I can’t help it, she said, pulling a long face,
It’s them pills I took, to bring it off, she said.
(She’s had five already, and nearly died of young George.) 160
The chemist said it would be alright, but I’ve never been the same.
You are a proper fool, I said.
Well, if Albert won’t leave you alone, there it is, I said,
What you get married for if you don’t want children?
HURRY UP PLEASE ITS TIME 165
Well, that Sunday Albert was home, they had a hot gammon,
And they asked me in to dinner, to get the beauty of it hot—
HURRY UP PLEASE ITS TIME
HURRY UP PLEASE ITS TIME
Goonight Bill. Goonight Lou. Goonight May. Goonight. 170
Ta ta. Goonight. Goonight.
Good night, ladies, good night, sweet ladies, good night, good night.


III. THE FIRE SERMON
The river’s tent is broken: the last fingers of leaf
Clutch and sink into the wet bank. The wind
Crosses the brown land, unheard. The nymphs are departed. 175
Sweet Thames, run softly, till I end my song.
The river bears no empty bottles, sandwich papers,
Silk handkerchiefs, cardboard boxes, cigarette ends
Or other testimony of summer nights. The nymphs are departed.
And their friends, the loitering heirs of city directors; 180
Departed, have left no addresses.
By the waters of Leman I sat down and wept…
Sweet Thames, run softly till I end my song,
Sweet Thames, run softly, for I speak not loud or long.
But at my back in a cold blast I hear 185
The rattle of the bones, and chuckle spread from ear to ear.

A rat crept softly through the vegetation
Dragging its slimy belly on the bank
While I was fishing in the dull canal
On a winter evening round behind the gashouse. 190
Musing upon the king my brother’s wreck
And on the king my father’s death before him.
White bodies naked on the low damp ground
And bones cast in a little low dry garret,
Rattled by the rat’s foot only, year to year. 195
But at my back from time to time I hear
The sound of horns and motors, which shall bring
Sweeney to Mrs. Porter in the spring.
O the moon shone bright on Mrs. Porter
And on her daughter 200
They wash their feet in soda water
Et, O ces voix d’enfants, chantant dans la coupole!

Twit twit twit
Jug jug jug jug jug jug
So rudely forc’d. 205
Tereu

Unreal City
Under the brown fog of a winter noon
Mr Eugenides, the Smyrna merchant
Unshaven, with a pocket full of currants 210
C. i. f. London: documents at sight,
Asked me in demotic French
To luncheon at the Cannon Street Hotel
Followed by a week-end at the Metropole.

At the violet hour, when the eyes and back 215
Turn upward from the desk, when the human engine waits
Like a taxi throbbing waiting,
I Tiresias, though blind, throbbing between two lives,
Old man with wrinkled female breasts, can see
At the violet hour, the evening hour that strives 220
Homeward, and brings the sailor home from sea,
The typist home at tea-time, clears her breakfast, lights
Her stove, and lays out food in tins.
Out of the window perilously spread
Her drying combinations touched by the sun’s last rays, 225
On the divan are piled (at night her bed)
Stockings, slippers, camisoles, and stays.
I Tiresias, old man with wrinkled dugs
Perceived the scene, and foretold the rest—
I too awaited the expected guest. 230
He, the young man carbuncular, arrives,
A small house-agent’s clerk, with one bold stare,
One of the low on whom assurance sits
As a silk hat on a Bradford millionaire.
The time is now propitious, as he guesses, 235
The meal is ended, she is bored and tired,
Endeavours to engage her in caresses
Which still are unreproved, if undesired.
Flushed and decided, he assaults at once;
Exploring hands encounter no defence; 240
His vanity requires no response,
And makes a welcome of indifference.
(And I Tiresias have foresuffered all
Enacted on this same divan or bed;
I who have sat by Thebes below the wall 245
And walked among the lowest of the dead.)
Bestows one final patronizing kiss,
And gropes his way, finding the stairs unlit…

She turns and looks a moment in the glass,
Hardly aware of her departed lover; 250
Her brain allows one half-formed thought to pass:
“Well now that’s done: and I’m glad it’s over.”
When lovely woman stoops to folly and
Paces about her room again, alone,
She smoothes her hair with automatic hand, 255
And puts a record on the gramophone.

“This music crept by me upon the waters”
And along the Strand, up Queen Victoria Street.
O City City, I can sometimes hear
Beside a public bar in Lower Thames Street, 260
The pleasant whining of a mandoline
And a clatter and a chatter from within
Where fishmen lounge at noon: where the walls
Of Magnus Martyr hold
Inexplicable splendour of Ionian white and gold. 265

The river sweats
Oil and tar
The barges drift
With the turning tide
Red sails 270
Wide
To leeward, swing on the heavy spar.
The barges wash
Drifting logs
Down Greenwich reach 275
Past the Isle of Dogs.
Weialala leia
Wallala leialala
Elizabeth and Leicester
Beating oars 280
The stern was formed
A gilded shell
Red and gold
The brisk swell
Rippled both shores 285
South-west wind
Carried down stream
The peal of bells
White towers
Weialala leia 290
Wallala leialala

“Trams and dusty trees.
Highbury bore me. Richmond and Kew
Undid me. By Richmond I raised my knees
Supine on the floor of a narrow canoe.“ 295

“My feet are at Moorgate, and my heart
Under my feet. After the event
He wept. He promised ‘a new start.’
I made no comment. What should I resent?”

“On Margate Sands. 300
I can connect
Nothing with nothing.
The broken finger-nails of dirty hands.
My people humble people who expect
Nothing.” 305

la la 


To Carthage then I came
Burning burning burning burning
O Lord Thou pluckest me out
O Lord Thou pluckest 310

burning


IV. DEATH BY WATER
Phlebas the Phoenician, a fortnight dead,
Forgot the cry of gulls, and the deep seas swell
And the profit and loss.
A current under sea 315
Picked his bones in whispers. As he rose and fell
He passed the stages of his age and youth
Entering the whirlpool.
Gentile or Jew
O you who turn the wheel and look to windward, 320
Consider Phlebas, who was once handsome and tall as you.


V. WHAT THE THUNDER SAID
After the torch-light red on sweaty faces
After the frosty silence in the gardens
After the agony in stony places
The shouting and the crying 325
Prison and place and reverberation
Of thunder of spring over distant mountains
He who was living is now dead
We who were living are now dying
With a little patience 330

Here is no water but only rock
Rock and no water and the sandy road
The road winding above among the mountains
Which are mountains of rock without water
If there were water we should stop and drink 335
Amongst the rock one cannot stop or think
Sweat is dry and feet are in the sand
If there were only water amongst the rock
Dead mountain mouth of carious teeth that cannot spit
Here one can neither stand nor lie nor sit 340
There is not even silence in the mountains
But dry sterile thunder without rain
There is not even solitude in the mountains
But red sullen faces sneer and snarl
From doors of mud-cracked houses
If there were water 345
And no rock
If there were rock
And also water
And water
A spring 350
A pool among the rock
If there were the sound of water only
Not the cicada
And dry grass singing
But sound of water over a rock 355
Where the hermit-thrush sings in the pine trees
Drip drop drip drop drop drop drop
But there is no water

Who is the third who walks always beside you?
When I count, there are only you and I together 360
But when I look ahead up the white road
There is always another one walking beside you
Gliding wrapt in a brown mantle, hooded
I do not know whether a man or a woman
—But who is that on the other side of you? 365

What is that sound high in the air
Murmur of maternal lamentation
Who are those hooded hordes swarming
Over endless plains, stumbling in cracked earth
Ringed by the flat horizon only 370
What is the city over the mountains
Cracks and reforms and bursts in the violet air
Falling towers
Jerusalem Athens Alexandria
Vienna London 375
Unreal

A woman drew her long black hair out tight
And fiddled whisper music on those strings
And bats with baby faces in the violet light
Whistled, and beat their wings 380
And crawled head downward down a blackened wall
And upside down in air were towers
Tolling reminiscent bells, that kept the hours
And voices singing out of empty cisterns and exhausted wells.

In this decayed hole among the mountains 385
In the faint moonlight, the grass is singing
Over the tumbled graves, about the chapel
There is the empty chapel, only the wind’s home.
It has no windows, and the door swings,
Dry bones can harm no one. 390
Only a cock stood on the roof-tree
Co co rico co co rico
In a flash of lightning. Then a damp gust
Bringing rain
Ganga was sunken, and the limp leaves 395
Waited for rain, while the black clouds
Gathered far distant, over Himavant.
The jungle crouched, humped in silence.
Then spoke the thunder
DA 400
Datta: what have we given?
My friend, blood shaking my heart
The awful daring of a moment’s surrender
Which an age of prudence can never retract
By this, and this only, we have existed 405
Which is not to be found in our obituaries
Or in memories draped by the beneficent spider
Or under seals broken by the lean solicitor
In our empty rooms
DA 410
Dayadhvam: I have heard the key
Turn in the door once and turn once only
We think of the key, each in his prison
Thinking of the key, each confirms a prison
Only at nightfall, aetherial rumours 415
Revive for a moment a broken Coriolanus
DA
Damyata: The boat responded
Gaily, to the hand expert with sail and oar
The sea was calm, your heart would have responded 420
Gaily, when invited, beating obedient
To controlling hands

I sat upon the shore
Fishing, with the arid plain behind me
Shall I at least set my lands in order? 425

London Bridge is falling down falling down falling down

Poi s’ascose nel foco che gli affina
Quando fiam ceu chelidon—O swallow swallow
Le Prince d’Aquitaine à la tour abolie
These fragments I have shored against my ruins 430
Why then Ile fit you. Hieronymo’s mad againe.
Datta. Dayadhvam. Damyata.

Shantih shantih shantih

T. S. Eliot

Hasta aquí la primera parte.

Dedico  este trabajo de traducciones, especulaciones y reflexiones a quien corresponde:
María, Matias y Tomás.




Traducción.

I. El entierro de los muertos

Abril es el mes más cruel, criando
lilas de la tierra muerta, mezclando
memoria y deseo, removiendo
turbias raíces con lluvia de primavera.
El invierno nos mantenía calientes; cubriendo
tierra con nieve olvidadiza, nutriendo un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, llegando por encima del Starnbergersee
con un chaparrón; nos detuvimos en la columnata,
y seguimos a la luz del sol, hasta el Hofgarten,
y tomamos café y hablamos un buen rato.
Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch .
Y cuando éramos niños, estando el archiduque,
mi primo, me sacó de un trineo,
y tuve miedo. El dijo, Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y allá que bajamos.
En las montañas, una se siente libre.
Yo leo, buena parte de la noche, y en invierno me voy al sur.
¿Cuáles son las raíces que se aferran, qué ramas crecen
de esta pétrea basura? Hijo de hombre,
no lo puedes decir, ni adivinar, pues conoces sólo
un montón de imágenes rotas, en que da el sol,
y el árbol muerto no da cobijo, ni el grillo da alivio,
ni la piedra seca da ruido de agua. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja,
(entra bajo la sombra de esta roca roja),
y te enseñaré algo diferente, tanto
de tu sombra por la mañana caminando detrás de ti
como de tu sombra por la tarde subiendo a tu encuentro;
te enseñaré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu
Mein Irisch Kind
Wo weilest du ?
"Me dijiste jacintos por primera vez hace un año;
me llamaron la chica de los jacintos"
-Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,
tus brazos llenos y tu pelo mojado, no podía
hablar y me fallaban los ojos, no estaba ni
vivo ni muerto, ni sabía nada,
mirando en el corazón de la luz, el silencio.
Oed' und leer das Meer .
Madame Sosotris, famosa vidente,
tenía un fuerte resfriado, sin embargo
es conocida como la mujer más sabia de Europa,
con una perversa baraja. Aquí, dijo,
está su carta, el Marinero Fenicio ahogado,
(perlas son estos que fueron sus ojos. ¡Mirad!)
Aquí está Belladonna, la Señora de las Piedras,
la dama de las situaciones.
Aquí está el Hombre de los Tres Bastos, y aquí la Rueda,
y aquí el mercader tuerto, y esta carta,
que está en blanco, es algo que lleva él en la espalda,
que me está prohibido ver. No encuentro
al Hombre Ahorcado. Tema la muerte por agua.
Veo multitudes de gente, dando vueltas en un círculo.
Gracias. Se ve a mi querida Mrs Equitone
dígale que yo misma le llevaré el horóscopo:
en estos tiempos hay que tener mucho cuidado.
Ciudad irreal,
bajo la niebla parda de un amanecer de invierno,
una multitud fluía por el Puente de Londres, tantos,
no creí que la muerte hubiera deshecho a tantos.
Se exhalaban suspiros, breves y poco frecuentes,
y cada cual llevaba los ojos fijos ante los pies.
Fluían cuesta arriba y bajando King William Street,
y donde Santa María Woolnoth daba las horas
con un sonido muerto en la campanada final de las nueve.
Allaí vi a uno que conocía y lo paré gritando:"¡Stetson!
¡Tú, que estabas conmigo en las naves de Mylae!
Ese cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿ha empezado a retoñar?¿Florecerá este año?
¿O la escarcha repentina le ha estropeado el lecho?
¡Ah, mantén lejos de aquí al Perro, que es amigo del hombre,
o lo volverá a desenterrar con las uñas!
¡Tú! hypocrite lecteur! - mon semblable, - mon frère!"

II - Una partida de ajedrez

La Silla en que estaba sentada, como un bruñido trono
se reflejaba en el mármol, donde el espejo
sostenido por columnas labradas con pámpanos y racimos
entre los que un dorado Cupido atisbaba
(otro escondía sus ojos detrás del ala)
duplicaba las llamas de candelabros se siete brazos
arrojando luz sobre la mesa mientras
el centelleo de sus joyas, derramándose en rica profusión
desde estuches de raso, subía a su encuentro;
en frascos de marfil y cristal coloreado
abiertos, acechaban sus extraños perfumes sintéticos,
en ungüento, en polvo, o liquido, turbaban, confundían
y ahogaban los sentidos en fragancias; agitados por el aire
que se renovaba desde la ventana, ascendían
engrosando las alargadas llamas de las velas,
lanzando su humo hacia la laquearia,
agitando el dibujo del artesonado.
Enormes leños de un naufragio tachonados de cobre
ardían en verde y naranja, enmarcados por la piedra coloreada,
en cuya triste luz nadaba un delfín cincelado.
Sobre el antiguo manto de la chimenea se exponía
como si una ventana diera sobre la selvática escena,
la metamorfosis de Fiomela, por el bárbaro rey
tan rudamente forzada; sin embargo allí el ruiseñor
henchía todo el desierto con inviolable voz
y ella seguía gimiendo, y el mundo siguen aun,
"yag yag" a sucios oídos.
Y otros ajados muñones de tiempo
se narraban en las paredes; formas atónitas
asomaban, inclinándose, silenciando el cuarto cerrado.
Por la escalera se arrastraban pasos.
A la luz del fuego, bajo el cepillo, sus cabellos
se abrían en puntas de fuego
encendidos en palabras, luego se aquietaron en feroz calma.
"Estoy mal de los nervios esta noche. Sí, mal. Quédate conmigo.
Háblame. ¿Por qué no hablas nunca? Habla.
¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?
Nunca sé en que piensas. Piensa."
Pienso que estamos en el callejón de las ratas
donde los muertos perdieron sus huesos.
"¿Qué ruido es ése?"
El viento bajo la puerta.
"Qué ruido es ése ahora? ¿Qué hace el viento?
Nada, otra vez nada.
"¿No sabes nada? ¿No ves nada? ¿No recuerdas
nada?"
Recuerdo
Perlas son éstas que fueron sus ojos.
"¿Estás vivo, o no? ¿No tienes nada en la cabeza?"
Pero
Oh Oh Oh Oh ese Shakespeherian Rag…
Es tan elegante
Tan inteligente
"¿Qué haré ahora? ¿Qué haré?
Saldré como estoy, y me pasearé por la calle
Con el pelo suelto, así. ¿Qué haremos mañana?
¿Qué haremos nunca?"
El agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.
Y jugaremos una partida de ajedrez,
apretando ojos sin párpados y esperando un golpe en la puerta.
Cuando el marido de Lil fue desmovilizado, dije...
Sin medir palabras, yo misma se lo dije a ella,
APURENSE POR FAVOR QUE CERRAMOS
ahora que Albert vuelve, procura estar un poco a la moda.
Querrá saber qué has hecho con ese dinero que te dio
para ponerte algunos dientes. Te lo dio, yo estaba allí.
Sácatelos todos, Lil, hazte una linda dentadura,
te dijo, lo juro, no soporto verte así.
Ni yo tampoco, dije, y piensa en el pobre Albert
ha estado cuatro años en el ejército, necesita diversión,
y si no se la das tú, otras lo harán, le dije.
Oh, ¿es eso?, dijo ella. Algo así, le dije.
Entonces sabré a quién agradecérselo, dijo ella, y me miró fijo.
APURENSE POR FAVOR QUE CERRAMOS
Si no te convence haz como quieras, le dije.
Otras pueden elegir si tú no puedes.
Pero si Albert se larga no será porque no te lo avisaron.
Deberías avergonzarte, le dije, de parecer una anticuada.
(Y sólo tiene treinta y uno)
No puedo remediarlo, dijo ella, poniendo cara larga,
con esas píldoras que tomé para abortar.
(Ya con cinco, y casi muere a causa del pequeño George.)
El farmacéutico dijo que todo andaría bien, pero no fui más la misma.
Eres una gran tonta, le dije.
Bueno, si Albert no te deja tranquila, es tu problema, le dije,
¿por qué te casaste si no quieres hijos?
APURENSE POR FAVOR QUE CERRAMOS
Bueno, ese domingo Albert ya estaba en casa, y tenían
Jamón ahumado caliente,
Y me invitaron a cenar, para que apreciara qué belleza el
Jamón caliente...
APURENSE POR FAVOR QUE CERRAMOS
APURENSE POR FAVOR QUE CERRAMOS
...asnoches Bill. ...asnoches Lou. …asnoches May. …asnoches.
Gracias gracias. …asnoches. ...asnoches.
Buenas noches, señoras, buenas noches, dulces señoras,
buenas noches, buenas noches.



III. El sermón del fuego

El pabellón del río está roto: los últimos dedos de las hojas
Se aferran y hunden en la húmeda orilla. El viento
atraviesa la tierra parda, sin oírse. Las ninfas han partido.
Dulce Támesis, corre calladamente, hasta que acabe mi canto.
El río no arrastra botellas vacías, papeles de sandwiches,
pañuelos de seda, cajas de cartón, colillas
u otros testimonios de noches de verano. Las ninfas han partido.
Y sus amigos, los ociosos hacedores de directivos de la City;
Se marcharon sin dejar sus señas.
Me senté junto a las aguas del Leman y lloré...
Dulce Támesis, corre calladamente, hasta que acabe mi canto.
Dulce Támesis, corre calladamente, pues no hablo ni fuerte ni largo.
Pero a mis espaldas en una fría ráfaga oigo
el rechinar de los huesos, y risas maliciosas de oreja a oreja.
Una rata se deslizó blandamente entre la vegetación
arrastrando su viscoso vientre por la orilla
mientras yo pescaba en el sombrío canal
un atardecer de invierno detrás del gasómetro
meditando sobre el naufragio del rey mi hermano
y sobre la muerte, antes de él, del rey mi padre.
Blancos cuerpos desnudos en el húmedo suelo bajo,
y huesos arrojados en un seco desván bajo,
sólo removidos por la pata de la rata, año tras año.
Pero a mis espaldas cada tanto oigo
el estrépito de bocinas y motores, que llevarán
a Sweeny hasta la señora Porter en primavera.
¡Oh! la luna brillaba reluciente sobre la señora Porter
y sobre su hija.
Se lavan los pies en soda
Et O ces voix d'enfants, chantant dans la coupole!
Tuit tuit tuit
Yag yag yag yag
Tan brutalmente forzada
Tereo
Ciudad irreal
bajo la parda niebla de un mediodía de invierno
El señor Eugenides, el comerciante de Esmirna,
Mal afeitado, con un bolsillo lleno de pasas
C.i.f. Londres: documentos a la vista,
Me invitó en francés demótico
a almorzar en el Hotel Cannon Street
seguido de un fin de semana en el Metropole.
A la hora violeta, cuando los ojos y la espalda
se alzan del escritorio, cuando el motor humano espera
como un taxi esperando palpitando,
yo Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,
viejo con arrugados pechos de mujer, veo
a la hora violeta, la hora del atardecer que se afana
hacia el hogar, y desde el mar lleva al marinero a su casa,
la mecanógrafa en casa a la hora del té, levanta el desayuno, enciende
la estufa, y saca latas de comida en conserva.
Peligrosamente tendidas fuera de la ventana
sus combinaciones se secan alcanzadas por los últimos rayos del sol,
sobre el diván (de noche su cama) se amontonan
medias, pantuflas, enaguas, y fajas.
Yo Tiresias, viejo de mamas arrugadas
observé la escena, y predije el resto...
yo también aguardé al huésped esperado.
El, el joven granujiento, llega,
empleado en una pequeña inmobiliaria, de mirada atrevida,
uno de esos inferiores a quienes la autosuficiencia les sienta
como un sombrero de copa a un millonario de Bradford.
El momento ahora es propicio, supone él,
la comida terminó, ella está aburrida y cansada,
él trata de ganarla con caricias
que, aunque deseadas, no son rechazadas.
Agitado y decidido, ataca en seguida;
manos que al explorar no encuentran resistencia;
su vanidad no exige respuesta,
y hace de la indiferencia una bienvenida.
(Y yo Tiresias he padecido de antemano todo
lo que ocurrió en este mismo diván o cama;
yo que en Tebas me senté al pie del muro
y anduve entre los más viles de los muertos.)
Concede un desdeñoso beso final,
y sale a tientas, por la escalera sin luz...
Ella se vuelve y mira un instante en el espejo,
apenas consciente de que su amante se marchó;
su cerebro da paso a un pensamiento a medio esbozar:
"Bien, ya está: y me alegro de que haya terminado."
Cuando una hermosa mujer se rebaja a hacer locuras
y de nuevo va y viene por su cuarto, sola,
con gesto mecánico se alisa el pelo,
y pone un disco en el gramófono.
"Esta música se deslizaba junto a mí por las aguas"
a los largo del Strand, hasta Queen Victoria Street.
Oh ciudad City, a veces oigo
cerca de una taberna en Lower Thames Street,
la agradable queja de una mandolina
y una bulla y un parloteo desde adentro
donde los vendedores de pescado holgazanean al mediodía: donde los muros
de San Magnus Mártir conservan
inexplicable esplendor de blanco y oro jónicos.
El río suda
petróleo y alquitrán
las barcazas se desvían
al cambiar la marea
velas rojas
anchas
a sotavento, virando en la pesada verga.
Las barcazas empujan
troncos a la deriva
hacia la zona de Greenwich
más allá de la Isla de los Perros.
Ueialala leia
Ueialala leiala
Elizabeth y Leicester
cadencia de remos
la popa en forma
de dorada concha
roja y oro
el vivo oleaje
onduló ambas orillas
viento del sudoeste
llevó corriente abajo
el repicar de campanas
torres blancas
Ueialala leia
Ueialala leiala
"Tranvías y árboles polvorientos.
Highbury me hizo, Richmond y Kew
me deshicieron. En Richmond levanté las rodillas
boca arriba en el fondo de una angosta canoa."
"Mis pies están en Morgate, y mi corazón
bajo mis pies. Después del hecho
él lloró. Prometió 'un recomenzar'.
No hice comentarios. ¿De qué debería lamentarme?"
"En la playa de Morgate.
No puedo relacionar
nada con nada.
Las rotas uñas de sucias manos.
Mi gente, modesta gente que espera
nada."
la la
A Cartago llegué entonces
Ardiendo ardiendo ardiendo ardiendo
O Señor Tú me arrancas
O Señor Tú arrancas
ardiendo


IV. Muerte por agua

Flebas el Fenicio, muerto hace quince días,
olvidó el chillido de las gaviotas, y el oleaje del mar profundo
y la ganancia y la perdida.
Una corriente submarina
descarnó sus huesos en susurros. Mientras emergía y caía
él atravesó las etapas de su vejez y juventud
entrando en remolino.
Gentil o Judío
oh tú que haces girar la rueda y miras a barlovento
piensa en Flebas, en un tiempo tan apuesto y bien plantado como tú.

V. Lo que dijo el trueno

Después de la roja luz de antorchas sobre rostros sudorosos
después del silencio escarchado en los jardines
después de la agonía en lugares pétreos
el clamor y el llanto
prisión y palacio y retumbar
del trueno primaveral sobre montañas distantes
aquel que vivía ahora está muerto
nosotros que vivíamos ahora estamos muriendo
con un poco de paciencia.
Aquí no hay agua sino sólo roca
roca y nada de agua y el camino arenoso
el camino que serpentea arriba entre las montañas
que son montañas de roca sin agua
si hubiera agua nos detendríamos a beber
entre la roca uno no puede detenerse o pensar
el sudor está seco y los pies están en la arena
se al menos hubiera agua entre la roca
muerta boca de montaña de dientes cariados que puede escupir
aquí no puede uno ni pararse ni acostarse ni sentarse
ni siquiera hay silencio en las montañas
sino seco estéril trueno sin lluvia
si siquiera hay soledad en las montañas
sino sombríos rostros rojos que escarnecen y gruñen
desde puertas de casas de barro agrietado
si hubiera agua
y no roca
si hubiera roca
y también agua
y agua
un manantial
un charco entre la roca
si al menos hubiera el rumor del agua
no la cigarra
y la seca hierba cantando
sino rumor de agua sobre una roca
donde el tordo ermitaño canta en los pinos
tic toc tic toc toc toc
pero no hay agua
¿Quién es el tercero que siempre camina a tu lado?
Cuando cuento, sólo estamos tú y yo juntos
pero cuando miro adelante por el sendero blanco
siempre hay otro caminando a tu lado
deslizándose envuelto en un pardo manto, encapuchado
no sé si hombre o mujer,
¿pero quién es ése al otro lado de ti?
Qué es ese sonido intenso en el aire
murmullo de maternal lamento
qué son esas hordas encapuchadas que pululan
por llanuras interminables, tropezando en la agrietada tierra
sólo cercada por el chato horizonte
Qué ciudad es ésa sobre las montañas
que se resquebraja y se reforma y estalla en el aire violeta
torres que caen
Jerusalén Atenas Alejandría
Viena Londres
irreales
Una mujer estiró su larga caballera negra
y rasgueó en esas cuerdas susurros musicales
y murciélagos con caras de niños en la luz violeta
silbaron y batieron las alas
y se arrastraron cabeza abajo por una pared ennegrecida
e invertidas en el aire había torres
que doblaban campanas reminiscentes, que señalaban las horas
y voces cantando desde cisternas vacías y pozos agotados.
En este carcomido agujero entre las montañas
en la mortecina luz de la luna, la hierba canta
sobre las tumbas revueltas, cerca de la capilla
está la capilla vacía, solamente casa del viento.
No tiene ventanas, y la puerta se zarandea,
huesos secos no pueden dañar a nadie.
Sólo un gallo se erguía en la cumbrera
quiquiriquí quiquiriquí
en un fulgor de relámpago. Luego una ráfaga húmeda
portadora de lluvia.
Ganga estaba hundido, y las débiles hojas
esperaban lluvia, mientras las nubes negras
se acumulaban distantes, sobre Himavant.
La selva estaba agazapada, encorvada en silencio.
Entonces habló el trueno.
DA
Datta: ¿qué hemos dado?
Amigo mío, sangre que turba mi corazón
la terrible osadía de un momento de renuncia
que un siglo de cordura nunca podría redimir
por esto hemos existido, y sólo esto,
que no ha de hallarse en nuestras necrologías
o en lápidas revestidas por la benéfica araña
o bajo sellos rotos por el seco notario
en nuestros cuartos vacíos.
DA
Dayadhvan: he oído la llave
girar en la puerta una vez y girar sólo una vez
pensamos en la llave, cada cual en su prisión
pensando en la llave, cada cual confirma una prisión
sólo al anochecer, rumores etéreos
reavivan por un momento a un Coriolano quebrantado
DA
Damyata: la barca respondió
alegremente, a la mano diestra en la vela y el remo
el mar estaba calmo, tu corazón hubiera respondido
alegremente, como invitado, latiendo sumiso
a manos que lo regulan
Me senté en la orilla
a pescar, con la árida llanura a mis espaldas
¿pondré al menos mis tierras en orden?
el puente de Londres se está cayendo cayendo cayendo
Poi s'ascose nel foco che gli afina
Quando fiam uti chelidon... oh golondrina golondrina
Le Prince d' Aquitaine a la tour abolie
con estos fragmentos he apuntalado mis ruinas
pues entonces te acomodaré yo. Hyeronimo está otra vez loco.
Datta. Dayadhva. Damyata.
Shantih Shantih Shantih

T. S. Eliot
(versión del poeta argentino Alberto Girri)

miércoles, 1 de mayo de 2013

The Hippopotamus; La poesía y su reconocimiento

En éste juego de las verdades y las mentiras;
donde el poder lo ejerce quien posee la mentira y,
 la libertad es de quien busca la verdad.


Eran ocho, sólo quedan siete, quizá quitaron el orgullo de la lista por conveniencia por cabalística, o sólo porque les era útil para ejercer el poder. Si importara aún quitarían la vanidad y la lujuria para ampliar sus inversiones sin cargos a la moral. La Fe del hombre en el hombre, está envuelta en esa niebla, sospechando, especulando, usando uno sobre el otro, en este tiempo de supervivencia, somos carne aquí donde la búsqueda es siempre fuera y lejos de sí, porque lo poquito que duele lo cercano, la otra carne, compromete el alma, ésa que traiciona al sistema, que no se deja engañar y busca la verdad. El alma alienta al espíritu a lo difícil, al desacuerdo porque está viva y se mueve. El sistema la invalida ante los valores accionarios, donde el trabajo y el tiempo tienen bajo precio y poco rendimiento. En verdad no hay dividendos en el amor y la alegría de vivir, ni tienen sentido; sólo hay paz con la vida, sin cargos por inscripción, más que decirse cada uno su verdad a los ojos, soy esto y lo quiero. Pero el sistema plantea otra cosa, tienes que ser lo que él exige o quedas fuera, la sofisticación de la mentira es llegar a algo que parece verdadero, incluso propio, pero sin fondo, para recrear el vacío y mantener la tensión, que es el equilibrio artificial del sistema, el punto de vista: la diferencia entre tengo y consigo a cualquier precio, con soy, doy y convivo sin poner precio. La ganancia no tiene mayor sentido que la existencia misma, en la convivencia con los otros. El sistema plantea que se puede incluso comprar convivencia, quien lo ha vivido, la diferencia entre lo comprado y aquello que como las ovejas, se da a sí mismo en el sentido sagrado, no martirizado, del sacrificio; es inmensurable, lo que diferencia al orgasmo del éxtasis, es la participación del alma, con el cuerpo y el espíritu.


The Hippopotamus.


The broad-backed hippopotamus
Rests on his belly in the mud;
Although he seems so firm to us
He is merely flesh and blood.


Flesh-and-blood is weak and frail,
Susceptible to nervous shock;
While the True Church can never fail
For it is based upon a rock.


The hippo's feeble steps may err
In compassing material ends,
While the True Church need never stir
To gather in its dividends.


The 'potamus can never reach
The mango on the mango-tree;
But fruits of pomegranate and peach
Refresh the Church from over sea.


At mating time the hippo's voice
Betrays inflexions hoarse and odd,
But every week we hear rejoice
The Church, at being one with God.


The hippopotamus's day
Is passed in sleep; at night he hunts;
God works in a mysterious way--
The Church can sleep and feed at once.


I saw the 'potamus take wing
Ascending from the damp savannas,
And quiring angels round him sing
The praise of God, in loud hosannas.


Blood of the Lamb shall wash him clean
And him shall heavenly arms enfold,
Among the saints he shall be seen
Performing on a harp of gold.


He shall be washed as white as snow,
By all the martyr'd virgins kist,
While the True Church remains below
Wrapt in the old miasmal mist.


T.S. Eliot (1888-1965)
 


Todos sabemos donde está y quien es el hipopótamo, lo que hace, dice y toma; somos cómplices silenciosos con él, para no ser indigentes aislados en la búsqueda de una comunidad entre seres que no quieren serlo; porque están perdidos en sí mismos, en vivir lo que el sistema ofrece, sólo eso y que no falte nada en la lista, porque esa es la promesa de la felicidad y la paz. ¿Quién quisiera habitar en la poesía? donde la felicidad viene de dentro y la paz es consecuencia de la convivencia comprometida, hablo de una poética que envuelve el espacio, contiene a quien lo comparte y bajo su arquitectura, la mera presencia es hacer comunidad. De las viejas palabras, que se sostuvieron por sí y después fueron atrapadas en el concepto de amor, está algo que se puede traducir como lo baldío, que nada tiene que ver con abandono y vacío, sino con lo posible, en un plano que para muy pocos tiene sentido...

Traducción.


El Hipopótamo

El hipopótamo con su gran culo
reposa sobre la panza, en el fango.
Si bien parece muy sólido
es meramente carne y sangre.
 

Carne y sangre son débiles y frágiles,
y susceptibles a ataques de nervios;
mientras la Fe no caerá jamás
porque yergue sobre una roca.

Los ligeros pasos del hipo pueden errar
al abarcar finalidades materiales,
mientras que la Fe no debe removerse
para recoger sus dividendos.

El hipo nunca puede alcanzar
el fruto del mango en el mango:
pero los frutos del granado y del duraznero
refrscan la Fe desde más allá del mar.

En la época del acoplamiento la voz del hipo
revela roncas y extrañas inflexiones;
pero cada semana oímos a la Fe alegrarse
de ser una sola con Dios.

El día del hipopótamo transcurre
en el sueño; por la noche va a cazar.
Dios opera en forma misteriosa: La Iglesia
puede dormir y nutrirse al mismo tiempo.

Vi al pótamo echar a volar
ascendiendo desde las húmedas sabanas,
y coros de ángeles en torno a él cantando la alabanza

de Dios, en sonoras hosannas.

Será lavado con la sangre del Cordero
y será rodeado por brazos celestiales.
Lo podremos ver en medio de los santos
tocar un arpa de oro.

Quedará lavado y blanco como la nieve
 
besado por todas las vírgenes martirizadas,
mientras la Verdadera Iglesia permanecerá acá abajo
envuelta en las miasmas de la niebla antigua.


T.S. Eli