sábado, 28 de julio de 2012

Varios tragos es la vida y un… ¿?

Tentado estuve a dejar un fragmento, el último,
pero no; densa es la vida y lo fue ahí entonces;
allí se peleo una guerra, también con palabras.

 

Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.


Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.


Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.


Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.


Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué ponerse,
hambriento y sin qué comer,
el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.


Aunque le falten las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.

Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.


Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.


Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.

jueves, 19 de julio de 2012

Diurno para un poema enlutado, (Juan Bautista Villaseca)




Hoy se presenta, editado por ( T · D ) y conocido simplemente como «El Villaseca»

Libro de poemas de Juan Bautista Villaseca. Desconocido el autor y su obra, el hallazgo de sus poemas, ha conseguido entre otras cosas, reunir las familias del poeta; recuperar uno de los mas importantes poetas del pasado siglo que haya nacido en México.

Su obra junta la frescura de M. Hernández con la rima apasionada de F. García Lorca y adhiere un gesto de desencanto, muy local, poemas remojados en esa estética de la muerte a plena luz (Diurnos, los llama él mismo), que sólo se da en México.

Poemas escritos en el periodo de la llamada guerra sucia, poemas del pueblo, paralelos a los éxitos de Sabines y Paz, y nada hay en de esto en ellos, su voz es universal y abierta, su denuncia es la condición humana, y su tema pasión de existir, pese a lo que pese…



Diurno para un poema enlutado


Hay poemas que se parecen a la muerte,
son tan silvestres
que nos traen de pronto la ceniza,
bajan de una vida que no pesa,
que se recarga entre los sucios huesos,
rascan la piel,
golpean la serpiente del intestino hambriento;
hay poemas que se parecen a los ríos desnudos,
a una cama sin rosas,
a un niño paralítico en medio de su infancia;
hay poemas como este que yo quiero escribir,
versos tiesos de llanto,
versos que pisan una tarima herida
de esta casa inundada de trampas por el mundo. 

Hay poemas que se parecen a la muerte,
poemas rojos de agonía
donde la vida cae como un ganado estéril
cansado de pastar su desventura,
versos que fácilmente olvidarían
el magistrado,
el ingeniero turbio de los dólares,
y alguno que otro estúpido condecorado en la política,
porque esto es necesario,
hay que hablar de los cines,
del prostíbulo verde que sonrió alguna noche,
de cómo nos fue ayer y nos irá mañana,
de cómo nos hacemos pendejos con la flor en las manos,
mientras los hospitales,
los mercados enfermos de pobreza,
los niños que se arrastran en los años,
están afuera de la tierra,
afuera de la luz,
lamiendo los orines
que de limosna dejan caer los millonarios,
mientras afuera del campo
se ha olvidado otra vez de Quetzalcóatl.

Hay poemas que se parecen a la muerte.

Uno se busca en medio del cadáver.

Cuando saca las manos a la vida
se encuentra caminando con un hermano muerto
colgándonos del hombro.

viernes, 13 de julio de 2012

Amor Eterno; Rima XXXVIII

Nunca quise discutirlo, y menos con «usté» que tanto sabe… , 
nació en Sevilla, el 17 de febrero de 1836.
Escribió sus mejores rimas en 1867,
en castellano, «hoy lengua española».



Amor Eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

·

Rima XXXVIII

Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?

G. A. Bécquer

jueves, 12 de julio de 2012

Elements…

I have heard
The cock, that is the trumpet to the morn,
Doth with his lofty and shrill-sounding throat
Awake the god of day, and at his warning,
Whether in sea or fire, in earth or air,
Th' extravagant and erring spirit hies
To his confine.
W. S. 

viernes, 6 de julio de 2012

Corazón Nuevo

Corazón Nuevo

Mi corazón, como una sierpe,
se ha desprendido de su piel,
y aquí la miro entre mis dedos
llena de heridas y de miel.

Los pensamiento que anidaron
en tus arrugas, ¿dónde están?
¿Dónde las rosas que aromaron
a Jesucristo y a Satán?

¡Pobre envoltura que ha oprimido
a mi fantástico lucero!
Gris pergamino dolorido
de lo que quise y ya no quiero.

Yo veo en ti fetos de ciencias,
momias de versos y esqueletos
de mis antiguas inocencias
y mis románticos secretos.

¿Te colgaré sobre los muros
de mi museo sentimental,
junto a los gélidos y oscuros
lirios durmientes de mi mal?

¿O te pondré sobre los pinos,
-libro doliente de mi amor-
para que sepas de los trinos
que da a la aurora el ruiseñor?

F. García Lorca