jueves, 19 de junio de 2014

O Captain! my Captain!


«Yo soy, amigo mío, aquel al que mataste.
Te conocí en lo oscuro, pues tenías el gesto
con el que ayer hundiste en mí tu bayoneta.
Intenté, sí, esquivarla, pero estaban heladas
y dormidas mis manos.  Durmamos, pues, ahora...».

Wilfred Owen.

Guerra, es más que hablar del candor y el dolor de las batallas; o de la muerte, la desesperanza y el desasosiego; aún más que las causas y los ideales que contruyen el honor, la victoria y los heroes. Es la suspensión de la ética, la cancelación de las garantías, la disolución de la opinión personal y pública. Un orden sustituye a otro: la duda constante sobre la vida ante el destino. Así la estrategia para la supervivencia de unos, presupone la destrucción o sumisión de los otros. Evolucionamos como especie, dicen los arqueólogos, ya con perros, fuego y «guerra»; el arte de la organización para la caza, de pronto se convirtió en la organización para el asalto… La nueva especie, en consciencia, entierra a sus muertos, reconoce y venera a sus antepasados, inventa lo sagrado, y el lugar para ello. El arte que se pone al servicio del poder, ante la anarquía establece una dirección: El orden, así el arte se encarga de enoblecer los actos de violencia y justificar así la fundación de los imperios, exaltar las victorias, alimentar con compasión humana las batallas, perdidas o ganadas; vacías de humanidad. Crea sujetos como musas y diosas que se componen de los conceptos de orgullo, honor, patria y victoria. La «πρᾱξις έ τέχνη» (pragmatismo y técnica) en su camino, pasan de la herramienta y el oficio, a las armas. La estrategia. Mientras la «ποιέω poiesis» o poética que corteja e incide, intenta darles algún sentido humano con la complicidad del tiempo, cuando el olor a sangre y muerte se disipan, la memoria almacena las heridas y las emociones en zonas profundas; entonces las madres vuelven a evocar valientes guerreros entre sus hijos… Hasta que «la nieve cae, sobre todo el territorio, sobre todos los vivos y sobre todos los muertos», entonces el frío nos recuerda que somos seres de piel y contacto, no carne de cañón:


O Captain! my Captain!

O Captain! my Captain! our fearful trip is done,
The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won,
The port is near, the bells I hear, the people all exulting,
While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring;
But O heart! heart! heart!
O the bleeding drops of red,
Where on the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.

O Captain! my Captain! rise up and hear the bells;
Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills,
For you bouquets and ribbon’d wreaths—for you the shores a-crowding,
For you they call, the swaying mass, their eager faces turning;
Here Captain! dear father!
The arm beneath your head!
It is some dream that on the deck,
You’ve fallen cold and dead.

My Captain does not answer, his lips are pale and still,
My father does not feel my arm, he has no pulse nor will,
The ship is anchor’d safe and sound, its voyage closed and done,
From fearful trip the victor ship comes in with object won;
Exult O shores, and ring O bells!
But I with mournful tread,
Walk the deck my Captain lies,
Fallen cold and dead.

Walt Whitman.
Leaves of Grass
(David McKay, 1891).



 
Salvo los veinte años en paz y sólo en occidente; que se vivieron mientras Adriano consolidaba la Roma Imperial; desde Hamurabí y después el imperio de los acadios, hasta el día de hoy, la guerra, por más de cuatro mil años, ha estado unida a la existencia humana, es parte integral y fundacional de toda la cultura; incluso las culturas pacifistas dan una gran importancia al arte de la guerra. Parece ser el eje fundamental de la historia. La violencia, el ejercito y las armas son, si no el último recurso, sí, la persuasión y la amenaza continua y constante que acompañan con intriga y estrategia. Bajo el velo oscuro de la economía y el progreso sostenido, las decisiones vicerales de los humanos, así como se contruyen odios, enemigos y derechos inexistentes sobre el territorio y la voluntad de los otros, también construyen tribus saturadas de un fanatismo que establece las diferencias, escoge al destinataro del odio o al objeto de envidia, lo que debe ser poseido o controlado. La búsqueda de un estado universal (dominio sobre todo el mundo conocido) es y ha sido el sueño de todo imperio; la locura del emperado: a mayor territorio bajo control, mayor sensación de poder. Poco tienen que ver con este sueño los «héroes» y sus hazañas, es innumerable la cantidad de abusos que se cometen cada día en nombre de la Libertad, la Justicia y últimamente ésta especia de hija casi ilegitima de la idea de republica: la democracia. Siempre, el que ataca busca un motivo y el otro, que defiende, una salida. Casi siempre gana (o más bien, consigue la paz), quien tiene recursos suficentes para sostener el estado de guerra, pero los papeles se invierten una y otra vez como un tiro de dados.

La Ilíada inspiró a Alejandro el Macedonio; Charles Martel aprovecho sus victorias como «libertador» sobre los invasores moros, para así consolidar un imperio, que evoluciono en la época mas oscura violenta y abusiva de la historia… ¿Qué falta por decir de Henry V?, de las Cruzadas, Flandes o la Alemania Nazi. Incluso los míticos mosqueteros como D'Artagnan o Cyrano de Bergerac o la misma República Francesa con su revolución y sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad; se convirtien en el «leiv motiv» para los ejércitos de Napoleón. La intriga, derivada de la envidia y la avaricia son la única constante. …Humillaciones como el tratado de Versalles, encuentran su «victoria» final, casi cien años después, con una globalización que más parece una empresarización del mundo.
«…internacionalicemos todos los arsenales nucleares… Ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción millares de veces mayor que las lamentables quemazones hechas en las florestas… Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga posibilidad de comer y de ir a la escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos -no importando el país donde nazcan- como patrimonio que merece cuidarse en el mundo entero, aún más de lo que Brasil merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como un patrimonio de la humanidad, ellos no dejarán que trabajen cuando deberían estudiar, que mueran cuando deberían vivir.

Cristóvão Buarque.
 (fragmento de su respuesta a la internacionalización de la amazonia)
 
Sólo que hay una diferencia, desde Alejandro, Hengis Khan, Saladino, Napoleón Bonaparte; incluso los Imperios como el Otomano o Roma, vaya hasta la cruel Margot; sabían lo que querían, tenían una idea de sociedad, orden, cultura y civilización. Hoy los Emperadores Empresarios como Nestlé, Monsanto y Coca-Cola (los más conocidos o dañinos), sin ninguna ética o responsabilidad de cultura o población y, exentos de humanidad y compasión, ponen a sus pies a los estados y sus recursos. Ellos sólo quieren ver más ceros en sus cuentas bancarias, sin importarles en lo más mínimo la miseria, el deterioro y el daño que exportan y provocan. La guerra ha cambiado… Hemos pasado del horror de la guerra al horror de la Paz.
Pero ¿Acaso vamos a ver en silencio como un empresa destruye cuarenta mil años de cultura y domesticación de granos y semillas, para que una sola familia sea dueña de la producción de todo el campo?
RP

Traducción.

Oh Capitán, mi Capitán:

¡Oh Capitán, mi Capitán! nuestro espantoso viaje ha terminado.
la nave al fin venció todos los escollos, el premio buscado fue ganado.
El puerto está cerca, las campanos oigo, la gente toda regocijo
mientras sigue con la mirada la quilla estable, el buque osado y soberbio.
Pero, oh corazón, corazón, corazón
de rojo escurren gotas
cuando sobre la cubierta mi Capitán tende
caído, frío y muerto.

Oh Capitán, mi Capitán, levántate y escucha las campanas;
levántate —por ti se ha izado la bandera— para ti vibra el clarín,
para ti son los ramos, las coronas —por ti multitud de cintas

Por ti clama la multitud que se arremolina, sus ansiosas caras voltean
¡Aquí Capitán! ¡Padre querido! El brazo bajo tu cabeza!
Es una ilusión que en la cubierta,
has caído frío y muerto.

Mi Capitán no responde, sus labios pálidos y quietos,
mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad.
Anclada está la nave sana y salva, el viaje ha concluido,
de un espantoso viaje la victoriosa nave llega con su triunfo;
agiten listones, suenen campanas
pero con paso fúnebre
camina la cubierta mi Capitán tendido,
caído, frío y muerto.