jueves, 9 de mayo de 2013

Ajedrez.

"El humano encuetra la madurez emocional,
cuando hace las cosas con la misma actitud con la que juegan los niños."
Friedrich Nietzsche.

Jugar, decimos que es lo que hacen los niños, jugando aprhendenen en la propia piel como es que se está vivo, a relacionarse entre ellos y co las cosas, no son ajenos a sus emociones, buscan reconocer sus sentimientos; como reacciona su cuerpo al ser, lo que duele, lo que se disfruta. Mientras los adultos , su guía, compiten, se engañan, se lastiman y con desdeño les enseñan cómo raazonar sin emociones, defenderse de lo real, de eso se trata, no importan las emociones, menos las del otro.


Ajedrez.

Porque éramos amigos
y a ratos, nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre,
al otro.

R. Castellanos

El juego de los tiempos verbales es magistral, la exigencia de Rosario Castellanos al lector es tal como la definicion de madurez emocional de Nietzsche, juega con nosotros, como lo hacen los niños, el juego entre éramos, pusimos, henos y el gerundio meditando pone en jaque sus propias palabras y, revela ante un tiempo imposible, "hace un siglo", lmposibilidad del afecto cuando se cae en el juego de la inteligencia, el corazón no se pervierte, quizá es por eso que la razón lo acorrala, hasta negarlo, pero a decir de la poeta, esto sólo aniquila de modo inapelable al otro, aquel con el que "éramos". Jugar como lo hacen los niños es acercarse al otro, por condicion de compartir, curiosear, ser y convivir. Los juegos de la inteligencia no juegan en donde reina el corazón, o dicho de otro modo, cuando reina la inteligencia, aniquilamos el amor.

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