viernes, 11 de octubre de 2013

Dies Iræ …(Estas miserias humanas)


«¡Canta, oh diosa! La cólera del Pelida Aquileo;
cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos
y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes,
a quienes hizo presa de perros y pasto de aves
—cumplíase la voluntad de Zeus—…»

Homero (La Iliada, Canto I, 1-5) 


Dicen que «no hay nada nuevo bajo el sol, pero cuantas cosas viejas hay que no conocemos»; que el pasado es polvo y el futuro viento; ¿Y qué es entonces el presente? ese momento que existe a caso, sólo como un tiempo que es dejando de ser, en el instante de un logro o fallo de las intenciones, acciones y motivos o sólo es el pasar del tiempo en la inercia del destino, donde si atendemos a esa «sabiduría colectiva», ¿Qué es lo pasa mientras ese viento se hace polvo? …Si nos sumáramos a la insistente pregunta de Baudelaire: ¿Qué es lo que persiste? Ante la incesante búsqueda de un viento perpetuo, prolongado, inagotable. Así es como seguimos, aún cuando y casi veintiocho siglos después, exigiéndole a la musa cantar la cólera del pélida Aquileo, levantando una y otra vez ese pesado polvo, que el viento no quiere llevarse, quizá porque al fundarse una cultura, se funda en las emociones de quienes la establecen y son esas emociones las que se apegan, las que se aprehenden en el alma, como aquello que persiste; que ajeno al tiempo, es y está. Quizá sea algo distinto, porque el problema no es el fanatismo de unos pocos, sino el miedo de muchos otros. Hacer comunidad es poner límites a la arrogancia, al abuso, a la miseria, a cada cual y hasta a la tolerancia misma, y eso sólo se puede lograr desde un acuerdo de respeto al derecho de todo aquello que esta vivo, no el de uno o de algunos, de todo. Pero el miedo que alerta, luego traiciona y paraliza, se convierte en esa «servidumbre voluntaria» donde el siervo abandona su vida junto con la responsabilidad, no sólo sobre sí mismo, sino sobre los demás, en esos límites que no se establecen con acuerdos y respeto, donde lo más humano es lo que está atado al corazón. Pero así el siervo permite toda miseria y abuso, a cambio de nada; de las cosas muertas; de las miserias humanas que sólo dan sentido a lo inmediato. El miedo a perderse de todo impide tomar compromiso por algo y el todo entonces, es sólo abandono.

«Está en la naturaleza humana asumirse en causas por las cuales un hombre puede oprimir a su prójimo, no importa que tan injustas sean, en vez de aquellas por las que se recibe como estimulo la condición de estar en la justicia…»
. Así escribió Galieo. Entonces ¿Esa es la naturaleza, eso lo viene con nosotros? También, sí. Esa es parte de la tragedia humana y a ella, se suman tantas miserias, que se fortalecen con el miedo, que lleva al odio y éste a la Ira:

Ira, s. Enojo de grado y cualidad superiores que corresponde a personajes encumbrados y a ocasiones importantes: como «la ira de Dios», «los días de ira», etc. Los antiguos consideraban sagrada la ira de los reyes y de los sacerdotes, porque generalmente podía manifestarse a través de un dios. Los griegos frente a Troya fueron tan hostigados por Apolo, que saltaron de la sartén de la Ira de Crises al fuego de la cólera de Aquiles, aunque Agamenón, el único ofensor, no resultó asado ni quemado. Inmunidad parecida gozó David cuando incurrió en la cólera de Yahveh por censar a su pueblo, del que setenta mil pagaron la pena con sus vidas. En la actualidad Dios es Amor y los censistas pueden cumplir su trabajo sin temor al desastre. (Bierce, A. G.; The Devil's Dictionary)


Hago esta referencia al «Diccionario del Diablo» para poner en contexto la ironía del poema, la fuerza de los versos y en la consciencia de su autor: el viejo escritor, que dio vida al personaje principal en Gringo Viejo, que «sólo quería despedirse del mundo», ya no cambiarlo… ¿Cómo callar a la Diosa? ¿Cómo perdonar sin olvidar de la historia, lo que sucedió allí, en Genos, Masada, Yves, Auschwitz y tantos lugares? Quizá sin conceder un perdón podemos explicarnos lo que también contiene el lado oscuro del corazón, inventarnos un Juicio Final algo terrible, profano, diabólico, ineludible, sin piedad posible, ni escape; algo que de sentido a la injusticia. Por no contener ese lado del corazón, se persigue la justicia que se nos escapa, cuando no fuimos responsables o lo más triste, capaces de procurarla…

The Day of Wrath / «Dies Iræ»

Day of Satan's painful duty!
Earth shall vanish, hot and sooty;
So says Virtue, so says Beauty.

Ah! what terror shall be shaping
When the Judge the truth's undraping—
Cats from every bag escaping!

Now the trumpet's invocation
Calls the dead to condemnation;
All receive an invitation.

Death and Nature now are quaking,
And the late lamented, waking,
In their breezy shrouds are shaking.

Lo! the Ledger's leaves are stirring,
And the Clerk, to them referring,
Makes it awkward for the erring.

When the Judge appears in session,
We shall all attend confession,
Loudly preaching non-suppression.

How shall I then make romances
Mitigating circumstances?
Even the just must take their chances.

King whose majesty amazes,
Save thou him who sings thy praises;
Fountain, quench my private blazes.

Pray remember, sacred Saviour,
Mine the playful hand that gave your
Death-blow. Pardon such behavior.

Seeking me, fatigue assailed thee,
Calvary's outlook naught availed thee;
Now 'twere cruel if I failed thee.

Righteous judge and learnèd brother,
Pray thy prejudices smother
Ere we meet to try each other.

Sighs of guilt my conscience gushes,
And my face vermilion flushes;
Spare me for my pretty blushes.

Thief and harlot, when repenting,
Thou forgavest—complimenting
Me with sign of like relenting.

If too bold is my petition
I'll receive with due submission
My dismissal—from perdition.

When thy sheep thou hast selected
From the goats, may I, respected,
Stand amongst them undetected.

When offenders are indited,
And with trial-flames ignited,
Elsewhere I'll attend if cited.

Ashen-hearted, prone and prayerful,
When of death I see the air full,
Lest I perish too be careful.

On that day of lamentation,
When, to enjoy the conflagration,
Men come forth, O be not cruel:
Spare me, Lord—make them thy fuel.

Ambrose Gwinett Bierce

Para muchos, el miedo que no a lo divino o sagrado, sino a quien o quienes controlan o gobiernan sobre servidumbres cobardes y con ellas, voluntades anónimas. Porque el amor de entre lo que persiste, no es el único vinculo, ni siquiera el más fuerte. Es, sólo y posiblemente, el más sublime y a la vez también, el más doloroso. ¿Quién se formó como una nube, para no tener más madre que la naturaleza? Que cobarde es quien prefiere estar sin estar, a estar solo. El silencio es bello y puede ser una de las peores miserias: la complicidad anónima para con el abuso y la arrogancia, la música oculta del descuido, el himno más oscuro de la complicidad. Hasta la abdicación de sí.
RP

«I was angry with my friend:
I told my wrath, my wrath did end.
I was angry with my foe:
I told it not, my wrath did grow. »