jueves, 27 de junio de 2013

Esta Ternura

 "I am aware of my heart,
it opens and closes".
S. Plath

El libro que tengo en mis manos, «Ética de Urgencia» se terminó de imprimir en septiembre de 2012, el autor Fernando Savater, conocido por muchos, a causa de un gran ensayo: «Ética para Amador». La cita modificada: «Escucha, hijo mio, dijo el demonio poniendo la mano sobre mi cabeza…» de ("LISTEN to me," said the Demon as he placed his hand upon my head." E. A. Poe; "Silence -a Fable") son palabras, a las que podríamos seguirles la pista quizá hasta donde la palabra «Demon» no significaba más que mensajero y son con las que abría entonces (hace más de veinte años) el texto para la lectura de «Ética para Amador». Las preguntas con las que Savater presenta la posibilidad de una opción ética, ahora en una «Ética de Urgencia»: «¿Y ahora que hago? ¿Le digo que sí o le digo que no? ¿Voy o no voy?», son preguntas cuya única respuesta está en el interior, preguntas que ese mensajero el cual, quizá como planteaba Sócrates, viene del corazón (de ese interior). Supongamos que en resumen la ética fuese: «el como es que hacemos o somos» desde nosotros mismos, para con los demás. Pero ¿quién es o son «los demás»? Sostengo que toda persona merece respeto, todo ser incluso, sólo por el simple hecho de existir. Sostengo que la inteligencia y la razón no pueden tener más o mayor sentido que la ancilar reflexión sobre la vida, el como de existir, siendo humanos. Nadie es libre, ni en su pensamiento, de la gramática que encierra el idioma, lo que permite expresar palabras, un idioma es la lengua aterrizada ya en un grupo específico y su propia geografía. Podemos, cuando mucho, ver desde una orilla el límite de la lengua. Sin embargo la otra inteligencia, intuitiva y perversa, se asoma desde las imágenes a aquello que permite expandir esta lengua, su cultura, incluso la razón misma. Las imagenes que produce la poesía, contradictorias a veces, permiten esta expansión y si no su comprensión, al menos la razón se encargará de darle nombre aunque sea una simple pregunta. El otro es entonces quien nos da lengua, pensamiento, sustento, convivencia, trabajo y ternura.


Esta Ternura.

Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

Julio Cortazar.


 «…para la ciega cólera de sombras y sombreros olvidados.» El autor de «Rayuela», «El Examen», «Pedro y el Capitán» entre otros, nos regala estas líneas en su ternura con la negación misma de ésta, en el repetitivo «…para nadie, …nadie quiere, nadie» Pedro es nadie ni siquiera es Pedro, el Capitán es nadie, es sólo un rango que se degrada a sí mismo en su propio interrogatorio, donde pasa a ser la víctima del victimado; los complejos saltos de la rayuela van y vienen dentro de un laberinto donde ese nadie lo es todo. Pero ese nadie, somos los demás y lo seguiremos siendo, no como consumidores de propaganda, ni como incautas víctimas de la masividad medíatica, ni siquiera como ciudadanos; que es el status más respetado legalmente para un ser humano; no los demás somos aquel que con quien se convive (la comunidad) ese otro, ese nadie, que es alguien porque con respeto, acepta y recibe hasta la ternura o la desprecia, despreciando(se), con respeto, sí con respeto, esa es la única ética posible. El otro lado de lo humano, lo que destruye y modifica está limitando por el como es que ese respeto se da. Propongo que respeto es asumir que lo respetado es, vale y tiene la misma dignidad, que yo.
RP


…Dale creatividad a una semilla 
y tendrás un roble de pantano, 
la madera que nunca se pudre.
Dale creatividad a la tierra 
y tendrás un huracán,
 con sus tormentas…

…Si quieres que algo no se sepa 
y no se comente, 
es simple: no lo hagas.

 Proverbios del Oriente.



lunes, 10 de junio de 2013

Coplas (Elegía) a la muerte de mi Padre.

Para R.



No quiero morir, o pienso más bien: la muerte es sucia.

G. B.
Dale poder a un hombre y sabrás quién es...
Quizá Voltaire o Molière

La idea de Padre desde un hijo, es la idea de "la historia", la herencia de la cultura, los cuentos de la hombría (antiguos ritos de iniciación), el cómo y el porqué de la fuerza que forjó el rumbo y el destino. Así como la paternidad, aún ante un análisis de ADN, es siempre un acto de Fe, junto a la elección de un amor espeso; el reconocimiento desde el hijo de ésta, es el reconocimiento de una herencia cuya textura es el idioma, más que la lengua, un amor de acto más que de tacto pero también una lucha de poderes: compartir el status de sujeto, el principio básico sobre el cual se construyen la igualdad, la fraternidad y la libertad. La "fiesta" que es la vida, termina en la muerte, eso que experienciálmente sólo se vive en la perdida del otro. Ante lo cual, quizá mucho del quehacer humano ya sea depredador, creador, generoso, ambicioso, mezquino, constructor, conspirador, delicado, tosco, brutal, desalmado, tierno, etc. es y está basado en dos ilusiones: no morir solo y ser recordado después de la muerte. Quizá de eso esté hecho el culto a los muertos, de las comunidades y culturas primigenias, que hoy sobrevive como acción poética sacramental, sólo en elegías y epitafios. Pero ese culto, sobrevive también en otra forma, quizá desde una poética civil y mundana más que sagrada, que es el reconocimiento de "la historia", al menos en la narrativa historiográfica que implica el sólo recuento, recopilación y data de los acontecimientos aislados o relacionados entre sí. Datos que se expanden y comprimen hasta tocar lo propio.

Coplas (Elegía) a la muerte de mi Padre.


 Recuerde el alma dormida,          
avive el seso y despierte
contemplando
mo se pasa la vida,
mo se viene la muerte              5
tan callando,
cuán presto se va el placer,
mo, después de acordado,
da dolor;
mo, a nuestro parecer,             10
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

  Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,                           15
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar             20
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

  Nuestras vidas son los ríos        25
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;                          30
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos          35
y los ricos.
-------

  Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,            40
que traen yerbas secretas
sus sabores;
A aquél sólo me encomiendo,
aquél sólo invoco yo
de verdad,                           45
que en este mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.

  Este mundo es el camino
para el otro, que es morada          50
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,             55
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.                         60

  Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél                  65
que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo
descendió
a nacer acá entre nos,               70
y a vivir en este suelo
do murió.

  Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,                          75
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados           80
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

  Decidme: la hermosura,             85
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?                       90
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal              95
de senectud.

  Pues la sangre de los godos,
y el linaje y la nobleza
tan crecida,
¡por cuántas vías y modos            100
se pierde su gran alteza             
en esta vida!
Unos, por poco valer,
¡por cuán bajos y abatidos
que los tienen!                      105
otros que, por no tener,             
con oficios no debidos
se mantienen.

  Los estados y riqueza
que nos dejan a deshora,             110
¿quién lo duda?                  
no les pidamos firmeza,
pues son de una señora
que se muda.
Que bienes son de Fortuna            115
que revuelven con su rueda           
presurosa,
la cual no puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.                         120

  Pero digo que acompañen              
y lleguen hasta la huesa
con su dueño:
por eso nos engañen,
pues se va la vida apriesa           125
como sueño;                      
y los deleites de acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
y los tormentos de allá,             130
que por ellos esperamos,              
eternales.

  Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,                         135
no son sino corredores,              
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta             140
sin parar;                       
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.

  Si fuese en nuestro poder          145
hacer la cara hermosa                
corporal,
como podemos hacer
el alma tan gloriosa,
angelical,                           150
¡qué diligencia tan viva             
tuviéramos toda hora,
y tan presta,
en componer la cativa,
dejándonos la señora                 155
descompuesta!                    

  Esos reyes poderosos
que vemos por escrituras
ya pasadas,
por casos tristes, llorosos,         160
fueron sus buenas venturas           
trastornadas;
así que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
y prelados,                          165
así los trata la muerte              
como a los pobres pastores
de ganados.

  Dejemos a los troyanos,
que sus males no los vimos           170
ni sus glorias;
dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
sus historias.
No curemos de saber                  175
lo de aquel siglo pasado
qué fue de ello;
vengamos a lo de ayer,
que también es olvidado
como aquello.                        180

  ¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención           185
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?               190
¿qué fueron sino verduras
de las eras?

  ¿Qué se hicieron las damas,
sus tocados, sus vestidos,
sus olores?                          195
¿Qué se hicieron las llamas          
de los fuegos encendidos
de amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas                200
que tañían?
¿Qué se hizo aquel danzar,
aquellas ropas chapadas
que traían?

  Pues el otro, su heredero,         205
don Enrique, ¡qué poderes
alcanzaba!
¡Cuán blando, cuán halaguero
el mundo con sus placeres
se le daba!                          210
Mas verás cuán enemigo,
cuán contrario, cuán cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuán poco duró con él               215
lo que le dio!

  Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan febridas,           220
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,                        225
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?

  Pues su hermano el inocente,
que en su vida sucesor               230
se llamó,
¡qué corte tan excelente
tuvo y cuánto gran señor
le siguió!
Mas, como fuese mortal,              235
metióle la muerte luego
en su fragua.
¡Oh, juïcio divinal,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua!                        240

  Pues aquel gran Condestable,
maestre que conocimos
tan privado,
no cumple que de él se hable,        
sino sólo que lo vimos               245
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas y sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?          250
¿Qué fueron sino pesares
al dejar?

  Y los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,                          255
que a los grandes y medianos
trajeron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
que tan alta fue subida              260
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?

  Tantos duques excelentes,          265
tantos marqueses y condes
y varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿dó los escondes
y traspones?                         270
Y las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras           275
y deshaces.

  Las huestes innumerables,
los pendones, estandartes
y banderas,
los castillos impugnables,           280
los muros y baluartes
y barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?                      285
que si tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha.

  Aquél de buenos abrigo,
amado por virtuoso                   290
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros          295
no cumple que los alabe,
pues los vieron,   
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe
cuáles fueron.                       300

  Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados           305
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los sujetos!         310
¡A los bravos y dañosos,
qué león!

  En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y batallar;                          315
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad                  320
con alegría;
en su brazo, Aureliano;
Marco Tulio en la verdad
que prometía.

  Antonio Pío en clemencia;          325
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia;
Teodosio en humanidad
y buen talante;                      330
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor               335
de su tierra.

  No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros,         340
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
muchos moros y caballos
se perdieron;                        345
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron.

  Pues por su honra y estado,
en otros tiempos pasados,            350
¿cómo se hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos y criados
se sostuvo.
Después que hechos famosos           355
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aún más tierra
que tenía.                           360

  Estas sus viejas historias
que con su brazo pintó
en juventud, 
con otras nuevas victorias
ahora las renovó                     365
en senectud.
Por su grande habilidad,
por méritos y ancianía
bien gastada,
alcanzó la dignidad                  370
de la gran Caballería
de la Espada.

  Y sus villas y sus tierras
ocupadas de tiranos
las halló;                           375
mas por cercos y por guerras
y por fuerza de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró             380 
fue servido,
dígalo el de Portugal
y en Castilla quien siguió
su partido.
                                 
  Después de puesta la vida          385
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero:                           390
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar              395
a su puerta,

  diciendo: «Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero,            400
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,                         405
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.

  No se os haga tan amarga
la batalla temerosa                  410
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,
(aunque esta vida de honor           415
tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.                          420

  El vivir que es perdurable
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable
en que moran los pecados             425
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
y con lloros;
los caballeros famosos,              430
con trabajos y aflicciones
contra moros.

  Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,                          435
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera               440
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.»

  «No tengamos tiempo ya             445
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;                           450
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera         455
es locura.
-----

  Tú, que por nuestra maldad,
tomaste forma servil
y bajo nombre;
tú, que a tu divinidad               460
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sufriste sin resistencia
en tu persona,                       465
no por mis merecimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona.»
-----
  Así, con tal entender,
todos sentidos humanos               470
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio        475
(en cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.                          480

Jorge Manrique.

Lo inevitable para lo que está vivo, es la muerte. Y para lo que es humano, la memoria. El valor de estás coplas además de sus impecables versos con una rima perfecta: 8 - 8 - 4, 8 - 8 - 4 con    a - b - c    a - b - c - d - e - f    d - e - f; Es el recorrido simple y llano por la historia de su mundo propio y público: en lo cotidiano, lo divino, lo político, lo social, lo artesano y lo sacramental desde la conciencia que hay de la muerte no como fin sino como límite a lo que todo sujeto tiende. ¿Es la muerte el mayor símbolo de poder? El poder de todas las religiones contemporaneas está cimentado únicamente en la creencia de sobrepasarla, vencerla o evadirla de una u otra forma.

R. P.

lunes, 3 de junio de 2013

No me verás morir




…¡Qué me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción!…
…¡Pero entonces lloraba por mí y, ahora lloro por verla morir!
S. Rodriguez


Una lengua está viva si las palabras acotan un lenguaje en los sonidos  y, la escritura de estos, la palabra dibujada, contiene las ideas (lo propio) de la lengua, pero más, contiene implícita la capacidad de reflexión sobre éstas. ¿Se puede hablar de la nobleza de una lengua? Quiero decir en forma descriptiva, no cualitativa. Hablar de cómo se presta para la reflexión, de cómo su gramática incluye o excluye ideas que resultan de la relación entre la comunidad y el medio donde ésta se acopla y crea su expresión y cultura. Hablo de una lengua que hace cerca de tres mil quinientos años, formuló los acuerdos para construir lo que es el centro ceremonial más dulce, delicado, exacto y probablemente de los más bellos que se han construido en la historia de la humanidad, esto, en un sentido arquitectónico de la estética, donde el juego mágico de los volúmenes bajo la luz, hace un sentido que persiste en sí mismo más allá del uso o destino para el cual fue dedicado un espacio contenido o limitado. Hablo de la lengua Zapoteca, de una lengua que contiene más  de treinta variantes habladas y que ha sido capaz de adoptar el alfabeto grecolatino, en un sincretismo insólito, dado que aunque persiste en su grafismo jeroglífico; se produce ahora en palabras escritas con éste alfabeto:



Qui zuuyu naa gate’ (No me verás morir)


Qui zuuyu naa gate’ (No me verás morir)

                qui zanda gusiaandu naa (no podrás olvidarme)

Naa nga jñou (Soy tu madre)

bixhozelu’ (tu padre)

diidxa’ yooxho’ bixhozegolalu’ (la vieja palabra de tu abuelo)

guirá ni ma bisiaa ca dxi ca lii (la costumbre de los tiempos)

nisa ruuna ti guesa ma stale dxi bibani (la lágrima que brota de un anciano sauce)

ti na’ yaga ni jmá nabana’ (la más triste de las ramas)

                biniti lade bandaga (perdida entre las hojas)

Qui zuuyu’ naa gate’ (No verás morir)

ti naa nga (porque soy)

ti dxumi su (un cesto de carrizo)

                ra caniibi ru’ na’ (donde aun se mueven las tenazas)

                bixhoze bendabua’ (del papá del camarón)

benda ni gudó diuxi (el pescado que Dios comió)

beenda ni bichá ruaa ti lexu (la serpiente que devoró un conejo)

lexu ni gudxite gueu’ (el conejo que siempre se burló del coyote)

gueu’ ni gubi lidxi bizu (el coyote que tragó un panal de avispas)

dxiña bizu ni rindani lu xidxe’ (la miel que brota de mis senos)

xquipilu’ nga naa (tu ombligo soy)

                ne qui zuuyu gate’ (y no me verás morir)

Neca zacuxhou’ ma guirá tu zé (Aunque creas que todos se han marchado)

qui zuuyu naa gate’ (no me verás morir)

ziuu ti xuba’ (Habrá una  semilla)

                ga’chi’ lade gui’xhi’ nuu lu neza (escondida entre los matorrales del camino)

ndaani’ guidxi di’ zabigueta’ (que a esta tierra ha de volver)

ne laa gusindani guendanabani (y sembrará el futuro)

ne laa gaca gueta xquendanu (y será alimento de  nuestras almas)

ne laa gusibani stiidxanu (y renacerá nuestra palabra)

ne qui zuuyu naa gate’ (y no me verás morir)

ti zácanu nadipa’ (porque seremos fuertes)

ti zabáninu xadxí (porque seremos siempre vivos)

ti riuunda stinu qui zati (porque nuestro canto será eterno)

ti zácanu laanu ne lii (porque seremos nosotros y tu)

ne ca xiiñi xiiñinu (y los hijos de nuestros hijos)

ne xú guidxilayú (y el temblor de la tierra)

                ni guniibidxacha nisado’ (que sacudirá el mar)

ne zácanu stale ladxidó’ (y seremos muchos corazones)

                naaze dxiichi’ xquenda binnizá (aferrados a la esencia de los binnizá)

ne qui zuuyu gate’ (y no me verás morir)

                               qui zuuyu naa gate’ (no me verás morir)



                                                               qui zuuyudio’  (no me verás)

                                                                              naa gate’ (morir)
           
Irma Pineda

(Versión en español de la propia autora).


La lengua es la forma de expresión que cuando está viva, siempre intenta explicar los pensamientos y las ideas, nunca le alcanza, pero lo intenta, inventando modos o modismos, especificando términos, definiendo y definiéndose en sí misma, pero no lo hace por sí, en realidad la lengua se cuestiona en la voz y el pensamiento de sus hablantes, podemos decir que al menos lo permite, cuando sus hablantes en relación con ella le dan el lugar sustantivo de sujeto, con la voz de Irma Pineda, con los trazos y piedras de Monte Albán y, con un sinfín de expresiones culturales y artísticas, pero sobre todo con una poesía bien viva; esta Lengua, su pueblo y su cultura milenaria, nos gritan y se gritan a sí mismos: No me verás morir.

RP
                                                          

sábado, 1 de junio de 2013

I Am Afraid

A MT, que aún hoy dice que me quiere...
en algún lugar, la contradicción que emana de lo humano, hasta el poeta prohibe:
“Queda prohibido no sonreír a tus problemas, no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo”
P. Neruda

La contradicción emana de lo humano, de la duda, de la distancia establecida entre las razones practicas: ¿Para qué subir los Himalayas? Y las incontenibles pasiones: ¡Porque es posible!. El poeta habla con el fuego y la luna, dice que comió queso de ella, que se trepó a su cuerno y voló por los cielos; lo celebramos tanto como la eucaristía y los milagros; pero por otro lado y al mismo tiempo defendemos la realidad de las piedras donde sólo sudamos, andamos y respiramos como lo único posible. Diferimos entre verdad y realidad, "estoy y no estoy en el río...  en mismo río, el agua no es la misma"; Hablamos con seriedad de las nebulosas, la topología en tres y los cristales de tiempo; tanto como detallamos y documentamos con espesa obsesividad la guerra, el genocidio, el dolor. Diferenciamos acciones, tratos, pensamientos y emociones, separamos de nosotros el tiempo, creemos que podemos posponerlo. Construimos estanterías para acomodar la moral y los pecados, por antojo, por colores, incluso hasta nos damos el lujo de hacerlo, por temas y autores. Consideramos liberal pronunciarnos con la violencia, como derecho y prohibimos los toros, el tabaco, la sal y las drogas. ¿Donde estaban los límites? ¿Quizás nunca existieron? En las simples cosas, donde se instalan los recuerdos y se descongelan las nostalgias, encontramos pequeños poemas con grandes reflexiones:

Versión en Ingles

I Am Afraid

You said that you love the rain,
But you stretch out your umbrella,
When it rains.

You said that you love the sun,
But you find a shade,
When it shines.

You said that you love the wind,
But you close all the windows,
When it blows.

That is why I am afraid,
that you will say the same.
to me too......

Qyazzirah Syeikh Ariffin


Así las cosas con la lluvia, el sol y el viento; así las cosas con la Coca-cola y Nestle, con los pizcadores de café o naranja; con los pollo que no ven el sol y con Bachoco, así las cosas con las marcas, las tarjetas de crédito y los consumidores; con los consumidores y los ciudadanos; con la ética, la traición y con la libertad; con la ignorancia, el cinismo y la educación pública; con el alma, las lealtades, las religiones y sus persecuciones; así las cosas con las madres y sus prohibiciones; así con los recuerdos, el olvido y las nostalgias. Mientras la lluvia moja , erosiona y destruye, el sol calienta, alimenta y mata, el viento pasa, refresca y seca. Y ¿Qué con nosotros? ¿de dónde es que nos emana la contradicción?


Traducción.
Tengo miedo.

Tú dijiste amo la lluvia,
pero expandes tu sombrilla,
cuando ella cae.

Tú dijiste amo el sol,
pero buscas sombra,
cuando él resplandece.

Tu dijiste amo el viento,
pero cierras todas las ventanas,
cuando él sopla.

Por eso tengo miedo,
que tu digas lo mismo.
de mí también...

Qyazzirah Syeikh Ariffin